domingo, 26 de agosto de 2012


PaleoVida

EL SÍNTOMA NOS RECUERDA QUE SOMOS LO QUE COMEMOS.

Nuestra forma de comer, la cantidad de veces que comemos al día y el ejercicio que hagamos tienen un gran impacto en nuestro bienestar físico pero también mental. Dicho de otra forma, si no comes bien y no te mueves, es imposible ser feliz. Tu cuerpo sufre un proceso de <<saturación>>, donde órganos vitales como hígado, intestino, páncreas y riñones no pueden trabajar en un ambiente favorable. Viven en una situación inflamatoria y ahí nuestro cerebro sufre un estado de carencia de energía.

Cuando en nuestro cuerpo aparece un síntoma como un dolor de cabeza, un dolor de regla, un eczema en la piel, acidez… nos está diciendo que algo no va bien. Estas señales deberían servir para cuestionarte hasta qué punto tus hábitos a la hora de comer y moverte tienen un impacto en tu problema.

Apagar únicamente el síntoma con un medicamento no hará más que demorar la aparición de otro síntoma peor, sin aportar una solución real.

Cualquier proceso de mejora y/o curación de cualquier síntoma pasará forzosamente por cuidar nuestra forma de comer, la cual nos ofrecerá los nutrientes necesarios para ayudar a nuestro cuerpo a recuperarse por sí mismo.

En cuanto a nutrición, no hay término medio: hay nutrientes que inflaman y nutrientes que desinflaman, comprobado científicamente. Y la inflamación va mucho más allá de estar gordos o no; tiene que ver con la salud.


EL CIRCUITO DE LA RECOMPENSA.

Hay dos leyes que gobiernan a la especie humana por encima de todas: la supervivencia de uno mismo y la supervivencia de la especie. Para garantizar que en todo momento estamos dispuestos a procurar ambas supervivencias, nuestro cerebro está dotado con un circuito de recompensa.

Es un circuito neurológico que está presente en nuestro cerebro, el cual mediante la producción de hormonas, como las endorfinas (hormona del placer), se va a encargar de ofrecernos recompensas ante aquellas conductas encaminadas a seguir vivos y perpetuarnos. Lógicamente el comer como el beber nos asegura la supervivencia del individuo y por lo tanto nos generan placer.

El movernos también nos va ofrecer esa recompensa ya que su sentido evolutivo es justamente buscar esas fuentes de energía, luchar o escapar del peligro.

Luego está la recompensa básica para la supervivencia de la especie: el sexo. Para garantizar la reproducción, el cerebro te regala el orgasmo y te genera endorfinas. En esta cuarta recompensa también estaría todo aquello que tiene que ver con el contacto físico.

Estas cuatro recompensas naturales (comer, beber, movimiento y contacto físico) son las responsables de generarnos, mediante las endorfinas, una óptima sensación de bienestar. Ahora bien, que esto funcione dependerá de nuestra forma de comer, de beber, de movernos y de cómo concibamos el sexo.

COMER.

La nutrición es capaz de ofrecernos una recompensa maravillosa, pero ello va a depender en gran medida de los nutrientes y de las veces que comamos al día.

El azúcar es una recompensa, pero una recompensa NO natural; y las recompensas NO naturales lo que generan es que te enganches a ellas, es decir, que son adictivas porque te dan un subidón increíble, y eso a todo el mundo le gusta, pero después de la subida viene la bajada. Y las recompensas NO naturales se caracterizan por eso, porque bien te hacen estar arriba, o bien te hacen estar abajo, pero no te dan un equilibrio energético ni emocional como lo hacen las naturales.   

BEBER.

Ingerir líquido se convierte en nuestra segunda recompensa. Pero de nuevo no se trata de cualquier líquido.

Debemos adaptar la sed, es decir el cuerpo ha dejado de tener sed porque está saturado de sustitutivos de mala calidad.

MOVERSE.

Cada vez que comemos nuestro cuerpo se percata de que es hora de recargar energía (la insulina, por ejemplo, es una de las hormonas que da esta señal). En este momento, nuestro organismo está gobernado por el sistema nervioso parasimpático, que es aquel que se encarga de hacer la digestión y de modular nuestro sueño.

Por ello, una vez que has comido, el movimiento pierde sentido fisiológico. Por eso la recompensa natural del acto de moverse se obtiene con el estómago vacío.

SEXO Y CONTACTO FÍSICO.

El abrazo y la actividad sexual son la cuarta recompensa vital. El gran problema es que la libido la hemos matado por la mala alimentación, por el sobrepeso que nos acompleja, por la inactividad que cada vez nos resta más agilidad, por el miedo al rechazo y a no gustar y a no cumplir… Así que la recompensa de un buen orgasmo con abrazos y besos desaparece o se espacia tanto que perdemos la costumbre.

Si no comemos lo que toca, si no bebemos agua con sed, si no tenemos ganas de movernos y además no tenemos libido, tu circuito de recompensa deja de funcionar favorablemente y eso implicará la búsqueda de recompensas NO naturales, las cuales ofrecen un pico de endorfinas mayor pero, por desgracia, se adaptan rápidamente y necesitas cada vez más para obtener la misma sensación de placer. Esto se manifestará en una dependencia de recompensas como el azúcar, el alcohol, las drogas, las compras compulsivas, los juegos…

ALIMENTOS QUE MEJORAN TU ESTADO DE ÁNIMO.

Jengibre, salvia, melisa, valeriana, cacao, miel y plátano. Si te encuentras bajo de moral, aprovecha sus propiedades.

 

UN PASEO POR LA EVOLUCIÓN.

Nuestra supervivencia como especie está en gran parte modulada por el circuito de recompensa. Nos premiará para asegurarse de que nos movemos para buscar sustento, en el momento que comemos, bebemos o procreamos.

Este circuito lleva con nosotros toda la evolución y si nuestro objetivo va a ser recuperarlo será necesario entender en qué contexto se desarrolló.

¿Por qué unos nutrientes son mejor que otros? ¿con que frecuencia tenemos que comer? ¿es mejor hacer el ejercicio antes o después de comer?.

Hace cuatro millones de años alrededor del lago Turkana, en Etiopía, habitaba el Australopithecus. Vivía en un ambiente muy cálido y desértico donde apenas crecían hierbas ni plantas. Su principal sustento fueron los insectos, las serpientes y todos aquellos nutrientes que podía coger en la orilla del lago como algas y crustáceos.

Gracias a este tipo de nutrientes, que se caracterizaban por un alto contenido en tiroxina, nuestro cerebro empezó a desarrollarse y nuestros fémures empezaron a crecer. Fue entonces cuando, por primera vez, el homínido se erigió como bípedo y sus manos quedaron libres para empezar a usarlas.

Pero no fue hasta hace dos millones de años, con la llegada del Homo Habilis, que aprendimos a usar la piedra como herramienta. Gracias a ella pudimos empezar a comer los restos que dejaban los depredadores rompiendo los cráneos y los huesos de sus presas, y acceder así a la grasa del cerebro y del tuétano.

Nos convertimos en carroñeros, lo cual nos permitió introducir nutrientes que hasta entonces jamás habíamos podido comer.

A partir de ahí, este Homo empezó a desarrollar su cerebro en detrimento del aparato digestivo: gracias a la ingesta de estas ricas grasas, su cerebro y paralelamente su inteligencia empezaron a crecer, al mismo tiempo que su intestino se hacía mas pequeño.

La hipótesis del tejido caro.

Esto que acabamos de explicar se conoce como la Hipótesis del tejido caro.

Es el inicio de la inteligencia humana.

Gracias a este cambio nutritivo, pudimos destinar menos energía a digerir los alimentos, redujimos el tamaño de nuestro aparato digestivo y destinamos ese superávit al crecimiento de nuestro cerebro.   

Este crecimiento de nuestro órgano más característico tuvo consecuencias definitivas para nuestra especie ya que nos capacitó para idear estrategias creativas con el fin de superar las dificultades, para construir herramientas, para aprender a cazar en grupo, para abrigarnos con pieles y, en definitiva, para convertirnos en lo que somos: una especie que nunca será la más adaptada a su medio pero que siempre es la más adaptable, pues somos capaces de encontrar soluciones tanto para vivir en el caluroso desierto de Sahara como en el inhóspito Polo Norte.

CAZADORES RECOLECTORES DURANTE TODO EL PALEOLÍTICO.

Nos convertimos en cazadores-recolectores introduciendo en nuestra nutrición además de crustáceos, los insectos, las frutas y las raíces; las proteínas y las grasas animales de la carne y el pescado. Estas últimas fueron clave en nuestra nutrición y llegaron a constituir, cuando era posible, entre el 60 y 70% de nuestra ingesta total.

La época que va desde hace dos millones de años hasta hace 10.000 años es conocida como la era paleolítica. Para que se entienda el alcance temporal de lo que estamos planteando: durante ese periodo hemos vivido el 95% del tiempo que llevamos viviendo como especie. Nuestro código genético, (que en dos millones de años de evolución tan solo se ha modificado un 0,5%), se gestó durante ese periodo. Imagina si será importante conocer, por tanto, cuál fue nuestro estilo de vida en todo ese tiempo. 

Tan sólo 10.000 años desde el neolítico.

Hace tan solo 10.000 años apareció la agricultura y la ganadería en Mesopotamia, lo que dio paso a la siguiente era, conocida como Neolítica. Tan solo es a partir de esa fecha cuando la especie humana va a empezar a usar la agricultura para abastecerse de comida, y es aquí donde por primera vez durante toda la evolución el ser humano empieza a comer cereales, harinas y lácteos. Esta nueva tendencia alimenticia llega a nuestro territorio hace menos todavía, entre 3.000 y 4.000 años.

Eso explica por qué, en general, cada día se descubre mayor intolerancia al gluten de los cereales y a la lactosa de la leche. Son demasiado novedosos para lo que nuestros genes están acostumbrados desde hace dos millones de años.

La revolución industrial.

Si estos eran nuevos, imagínate cómo le sienta a nuestro cuerpo los productos que aparecen a partir de la Revolución industrial, hace solo 200 años. Azúcares, bollería, aceites vegetales y las grasas trans. Para que te hagas una idea: mientras que con los nutrientes del Paleolítico hemos estado en contacto durante 76.000 generaciones, con los cereales solo llevamos 300 generaciones; con los lácteos, 200, y con los azúcares refinados únicamente siete miserables generaciones digiriéndolos. Diez mil años son para la historia de nuestra especie como una gota de agua para el Mediterráneo.

¿CÓMO VIVÍAMOS SIENDO CAZADORES-RECOLECTORES?

Comer y beber tal y como nos lo pide nuestra genética: Se trata principalmente de dar protagonismo a aquello de lo que disponíamos en el momento en el que surgimos como especie, y esto es básicamente: pescado, crustáceos, carne, huevos, insectos, verduras, raíces, fruta y frutos secos. Con estos alimentos nos aseguramos el aporte de los nutrientes necesarios, unas buenas digestiones, una producción energética adecuada, un cuerpo musculado y un cerebro contento de lo que ha recibido.

¿Y beber? Beber eso sí que lo sabemos: bebíamos, debemos beber y seguiremos dependiendo siempre del agua.

EL MOVIMIENTO, GRAN PILAR PARA NUESTRA SALUD.

Debemos tener en cuenta que nuestros ancestros del Paleolítico necesitaban correr a diario para huir o cazar. De hecho, numerosos estudios nos muestran la existencia de antiguas poblaciones de Homo sapiens en África que realizaban grandes alardes de resistencia y de fuerza. Algunas poblaciones recorrían entre 12 y 13km diarios caminando y dos o tres mas de sprints para los momentos de caza. Luego, por supuesto, había que cargar la presa hasta el poblado. Otros grupos recorrían alrededor de unos 100km para llegar a zonas de caza, apresar las piezas y volver a sus poblados en apenas veinticuatro horas cargando con las presas obtenidas. En la mayoría de los casos, la vida consistía en caminar durante infinitas horas, correr a grandes velocidades, luchar, trepar, cargar, arrastrar grandes pesos y todo ello sin olvidar el recolectar raíces y frutos, pescar o construir chozas y muros de fuerza levantando troncos y piedras pesadas.

Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos, el éxito a la hora de obtener alimentos no estaba asegurado y podían pasar largos periodos sin ingerir ningún tipo de nutriente. Y aquí nos encontramos de nuevo con un hecho en el que hay que detenerse porque ha supuesto un condicionante sumamente importante en nuestra fisiología y en nuestro comportamiento.

La conciencia de la dualidad abundancia-carencia hizo que al encontrar alimentos comiéramos todo lo que podíamos para luego permanecer en reposo el máximo tiempo posible. Esto nos condujo a pasar por periodos de ingesta masiva intercalados con periodos de hambre.

Este hecho clave, que fue ocurriendo a lo largo de muchos milenios, nos fue seleccionando y predeterminando hacia un tipo de metabolismo que oscilaba entre apoyar el movimiento cuando hiciera falta ir en búsqueda de comida y permitir el descanso y la recuperación cuando teníamos el estómago llenos.

O te mueves o te cazan, elige.

El hecho de que necesitáramos el movimiento para conseguir comida y sobrevivir favoreció que la evolución moldeara nuestro cuerpo en torno a esa necesidad y nos dotó de agilidad y velocidad, flexibilidad y fuerza, resistencia y explosividad. Todo eso teníamos y todo eso deberíamos recuperar.

El movimiento es nuestra principal herramienta de supervivencia, para eso se creó, y por eso, moviéndote, el cuerpo se percata de que estás solucionando problemas vitales para él. Es su estado natural.

En resumen, si haces las cosas con coherencia todo tu cuerpo apoyará los cambios. Para él es lo normal, los recompensará y hará que no solo duren durante una nueva temporada de operación biquini, si no que los incorporará como suyos, puesto que es lo que tu organismo te ha estado pidiendo con insistencia todo este tiempo.

No tienes un cuerpo: ERES UN CUERPO.

ALIMENTOS PARA CUANDO SUFRES UN PROCESO INFLAMATORIO

Pescado azul, zanahoria, cilantro, cúrcuma y aceites macerados con tomillo, romero, albahaca, orégano…

LOS PILARES DE UNA NUTRICIÓN Y UNA HIDRATACIÓN SALUDABLES.

La nutrición es nuestra fuente de energía, pero cada vez que comemos o bebemos algo podemos armar un gran lío en nuestro organismo.

En el cuerpo existen una serie de indicadores y al comer sus agujas se dispararán de una forma más o menos ostensible en función del tipo de nutriente o de la bebida que ingerimos. El trabajo para nuestro organismo va a ser restablecer todos estos indicadores lo antes posible. Si se lo queremos poner fácil, no deberíamos provocarle con aquello que comemos y bebemos, ni un ambiente excesivamente ÁCIDO, ni excesivamente INFLAMATORIO, ni con una gran carga GLUCÉMICA.

LA ACIDEZ Y LA ALCALINIDAD.

Una de las agujas a la que nos referimos es la acidez. Si ingerimos alimentos ácidos continuamente y en exceso generamos una sensación de acidez en todo nuestro cuerpo. No solo en el estómago, sino en la sangre y en todos los demás órganos, en especial en el riñón, que es el responsable de regular esta aguja y se tiene que esforzar mucho por volver a recuperar el equilibrio y ponerla en su sitio.

Una nutrición excesivamente ácida puede comportar dolor en la zona renal, dolor de cabeza, sensación de fatiga, calambres musculares en los gemelos, dolor en el talón y la planta del pie. Por no hablar del mayor riesgo de lesiones, la fácil aparición de agujetas y bastante dificultad de recuperación después de una actividad física.

Verás que la mayoría de los nutrientes son ácidos (carnes, pescados, huevos, aceite, pan, arroz, pasta, cereales, dulces…), incluido el alcohol y las bebidas azucaradas, mientras que solo las verduras, las frutas y el agua son alcalinos.

El estrés por sí mismo también se puede convertir en un gran acidificante para nuestro organismo y lo malo es que en muchas ocasiones es inevitable: problemas laborales y económicos, obligaciones al final de mes, tensiones familiares… Pero si de base, además, le sumamos una nutrición ácida, entonces sí que a nuestro cuerpo apenas le van a quedar recursos para poder restablecer este sistema.

Nuestro sistema no tendría que estar ácido de manera constante si no que deberíamos mantenernos en un ambiente de alcalinidad durante el mayor tiempo posible. Esta es la forma óptima de cuidar a nuestro cuerpo y de ¡antienvejecer!

¿Y QUE SIGNIFICA LA ALCALINIDAD?

La alcalinidad es lo opuesto a la acidificación y también se llama basicidad. No se denomina así por casualidad. No se denomina así por casualidad; es el estado base para que el cuerpo esté sano. El cuerpo tiene que estar alcalino en general, puesto que si no <<reposa>> en ese estado de equilibrio, para empezar, le faltará oxígeno. Y tú dirás qué puede hacer un ser vivo en carencia de oxígeno. Si tu cuerpo no está alcalino, está ácido y, por tanto, estresado, en continua alerta, incapaz de regular la aguja y devolverla a su punto medio.

 

 

EL PILAR DE LA NORMOGLUCEMIA

Otra de las agujas de nuestros marcadores corporales es el nivel de glucosa en sangre. Lo ideal, en la normoglucemia, sería que nuestros niveles de azúcar estuvieran en 80mg/dl de media en sangre durante todo el día y que, solo cuando comemos, el nivel se elevara moderadamente en forma de ola.  Sin embargo, lo que provocamos habitualmente comiendo cinco veces al día y cantidades industriales de pan, pasta, arroz, cereales, dulces y bebidas azucaradas (carbohidratos refinados) son unos tsunamis constantes en nuestro organismo. De repente, viene una ola gigantesca que cuando se retira hacia el mar genera un vacío y luego vuelve a la carga.

En tu cuerpo pasa lo mismo cuando comes esos carbohidratos refinados: se eleva en un pico brutal la glucosa, ante lo cual el páncreas reacciona remando desesperado por volver al nivel normal, y baja tanto que te genera una sensación de ansiedad tremenda para recuperar el nivel de azúcar anterior.

EL PILAR ANTIINFLAMATORIO

Si estás ácido y tu vida es un tsunami, la resultante es un proceso inflamatorio. Para tener salud, antienvejecer, encontrarte bien, con energía, solucionar cualquier dolencia, tienes que estar en un ambiente alcalino, en  una situación de normoglucemia y, por tanto, en un estado no inflamatorio. Sin oxígeno y con picos de azúcar tienes menos energía y acumulas más grasa, todo lo cual te provoca inflamación, como advertencia de que estás pasando los límites saludables.

Y cuanta más grasa y menos músculo, más inflamación.

Esta acumulación de grasa va a tener inevitablemente unas consecuencias sobre nuestro estado de salud: tensión arterial alta, dislipidemia, apnea nocturna, hígado graso, azúcar alto en sangre… En definitiva, un cuerpo inflamado.

Pretender regular todos estos síntomas solo con unos medicamentos se va a convertir en una bomba de relojería, bloquear un síntoma no va a hacer otra cosa que generar otro síntoma biológicamente más fuerte.

Bloquear el colesterol solo con estaninas o la tensión con un antihipertensivo o el azúcar con insulina medicada, sin generar cambio alguno en nuestra forma de comer o de incluir el ejercicio, va a derivar en la aparición de trastornos más severos como diabetes tipo II, cáncer o patologías cardiovasculares entre otros.

INFLAMADO Y ENCIMA SIN GANAS DE MOVERTE.

Cuanta más grasa vas almacenando, menos te pide el cuerpo moverte porque la información que pasa al cerebro es que, sin esfuerzo físico, puedes sobrevivir sin problemas, puesto que almacenas reservas de sobra. Cuando hay exceso de grasa, se liberan unos mensajeros inflamatorios, llamados citoquinas, que informan al cerebro de que no es necesario moverse. Por coherencia evolutiva, al activarse los genes de ahorro, se desactivan los genes de movimiento.

Estas citoquinas proinflamatorias liberadas de las células que forman el tejido graso, llamadas adipocitos, no hacen otra cosa que informar a nuestro cerebro y a nuestro cuerpo de que estamos acumulando grasa en exceso y de que eso es peligroso. Te están avisando de que te estás sobrepasando y de que no te vas a poder mover para escapar, que no eres apto para sobrevivir si sigues por ahí.

La liberación constante de este tipo de citoquinas proinflamatorias crea en nuestro organismo un ambiente inflamatorio subclínico con los consecuentes síntomas:

-          Sistema nervioso central: disminuye la presencia de endorfinas, dopamina, serotonina…

-          Sistema metabólico: problemas digestivos, barriga hinchada, gases, malas digestiones, estreñimiento o diarrea…

-          Sistema músculo-esquelético: cansancio muscular, mayor facilidad para la aparición de tendinopatías y menor capacidad para su recuperación.

-          Sistema inmunitario: mucho más débil y sensible a la aparición de resfriados, reacciones desmesuradas o autoinmunidad.

LA HIDRATACIÓN: RECUPERAR LA SED DE AGUA.

La sed nos debería surgir espontáneamente ya que es la segunda cosa más importante después de respirar. Aproximadamente el 70% del cuerpo humano está compuesto por agua. Sin embargo, es bastante habitual que en el balance hídrico diario nos salga muy desfavorable el agua.

A LOS NIÑOS NO LES DES DROGAS.

Hoy en día, las bebidas azucaradas y el azúcar en general son la <<droga>> más aceptada socialmente, hasta el punto de que muchos padres se la pueden ofrecer feliz e inocentemente a sus hijos, sin ser conscientes de que estamos ante una sustancia que es totalmente adictiva y que tiene un impacto altamente dañino en nuestro cuerpo, y más en el de un niño.

RECUPERA TU CIRCUITO DE LA RECOMPENSA.

Por todo lo anterior: bebe agua, muévete en ayuno y come no más de tres veces al día comida de calidad. Dale a tu cuerpo lo que te está pidiendo.

ALIMENTOS PARA MEJORAR TU SISTEMA INMUNITARIO

Cebolla y ajo, setas, cúrcuma, brócoli y coliflor.

LOS NUTRIENTES QUE SÍ NECESITAMOS PARA TENER SALUD (Y LOS QUE NOS SOBRAN).

Somos una especie animal carnívora. Pese a lo que preconicen los vegetarianos y veganos del planeta, todos los estudios sobre antropología hechos hasta el momento lo dejan bien claro.

Y es que, como vimos la grasa y la proteína animal que empezamos a ingerir hace ya dos millones de años como carroñeros ha sido vital para el desarrollo de nuestro cerebro.

Estas fuentes nutritivas han sido cruciales en toda nuestra evolución y lo continúan siendo. Son la principal y prácticamente la única fuente de. EPA Y DHA (grasas omega 3), ácido araquidónico (grasa omega 6), glutamina, carnitina, taurina y vitaminas como la B12 y la vitamina A. Todas ellas sustancias que resultan imprescindibles.

Qué casualidad que el 60% de nuestro cerebro sea grasa, de la cual, la omega 3 es la de mayor importancia. Qué casualidad que frenar la actividad genética que induce a la inflamación y a la proliferación se consiga con omega 3, con vitamina A y con la vitamina D que nos proporciona el sol. Qué casualidad que el correcto funcionamiento de cualquier célula de nuestro cuerpo dependa en gran parte de esas EPA, DHA y del ácido araquidónico.

Casualidades científicas que evidencian la importancia vital que tienen estos nutrientes en nuestra salud.

Hoy en día vivimos en máxima discordancia con nuestros genes por culpa de la introducción de nutrientes que son demasiados nuevos (cereales, lácteos, azúcar, grasas trans y aceite vegetal), de la gran  abundancia nutritiva y la escasa movilidad. De ahí que padezcamos tantos trastornos asociados a los países desarrollados como obesidad, diabetes tipo II, patologías cardiovasculares, cáncer, alergia y enfermedades autoinmunes. Tenemos que recuperar la forma de comer de nuestros ancestros para vivir más y, sobre todo, mejor. Debemos cubrir dos grandes grupos de nutrientes: los macronutrientes, donde encontramos las proteínas, las grasas y los carbohidratos; y los micronutrientes, que nos aportarán minerales, vitaminas y flavonoides.

MACRONUTRIENTES: LA PROTEÍNA, LA GRASA Y LOS CARBOHIDRATOS.

LA PROTEÍNA.

Nuestro cuerpo necesita de manera imperiosa la ingesta de proteína de alta calidad o alto valor biológico: Se trata de la proteína que proviene de aquel animal que ha corrido, ha comido bien y le ha dado el sol.

La grasa de este será proinflamatoria.

En cuanto a los peces elegiremos los salvajes frente a los de piscifactoría. En definitiva, siempre que puedas, compra pescado salvaje, predominando el pescado no depredador.

La carne es la principal fuente de vitamina B12, glutamina y carnitina. La vitamina B12 es necesaria para tener un buen estado de ánimo, apoya la formación de glóbulos rojos y es importante para la memoria y para el metabolismo óseo.

La glutamina es el aminoácido más presente en nuestro músculo, en un 60%,  así que te quedará claro que sin ella ya nos podemos ir olvidando de tener músculo.

El músculo, nos ofrece mayor fuerza y agilidad, nos ofrece mejor respuesta al estrés y protege nuestro sistema inmunitario. Mantiene una buena función del epitelio intestinal y como sirve fuente energética, ya que se puede transformar en glucosa en caso de necesidad.

La persona que realiza actividad física moderada a la semana deberá ingerir 1,5g por kilo de peso corporal al día.

Para una persona muy activa, el requerimiento será de 2g por kilo de peso corporal al día.

Según la relación planteada anteriormente. Pescado 6-8 veces/ semana; carne 3-4 veces/semana y huevos 4-5 veces/semana.

CARENCIAS Y CONSECUENCIAS.

Uno de los principales síntomas ante una carencia de proteína va a ser el cansancio generalizado, este cansancio muchas veces se va a asociar a falta de hierro. De hecho, el hierro puede constar bajo en la analítica pero ¡atención!, si además del hierro encontramos los valores de la serie roja (sea hemoglobina, hematocrito, hematíes…), a la baja, sumados también a una tendencia a la baja de la serie blanca y con una ferritina baja, seguramente el cansancio se deberá a la carencia de proteína y no a la falta de hierro.

LAS GRASAS.

Hay tres grasas antiinflamatorias y vitales para que nuestro cuerpo funcione bien: la grasa omega 3 que la encontramos en el pescado azul,  un tipo de grasa omega 6 (el ácido araquidónico), presente en la carne. Se trata de aquella que está infiltrada por haberse movido y la grasa omega 9 o ácido oleico presente en el aceite, aguacate y nueces.

    

 

TU SALUD DEPENDE DE LA GRASA.

Una función primordial será que las células tengan una membrana flexible. Otra función de la grasa consiste en actuar como materia prima para la formación de hormonas tan importantes como el cortisol, las hormonas sexuales y la vitamina D. Si no tienes grasa buena, simplemente no generas óptimamente estas hormonas.

La vitamina D es una hormona nuclear, es decir, trabaja en las entrañas de nuestro cuerpo, va al núcleo, al ADN, y es ahí donde regula la función. Similar acción realiza la vitamina A, pero mientras que está la obtendremos directamente de la fuente animal, para obtener vitamina D necesitaremos los rayos uva, porque son los encargados en transformar la grasa en vitamina D.

Si carecemos de grasa y/o de rayos uva, no podremos formar esta vitamina (considerada una hormona debido a su alta relevancia) y, en consecuencia, no hay ninguna otra sustancia que pueda hacer su función, que es antiproliferativa, antiinflamatoria y anticancerígena.

Para que comprendas el alcance de esta carencia, básicamente significa que sin ella estamos absolutamente desprotegidos ante enfermedades tan graves como el cáncer o patologías autoinmunitarias como la psoriasis o el Crohn.

La función de la grasa omega 3 en este caso  es parecida a la de la vitamina D y la vitamina A: sin ella, estamos indefensos ante cantidad de enfermedades degenerativas.

Si hablamos del sistema nervioso, este es dependiente también de la grasa, ella te lubrifica el cerebro.

NO CONFUNDIR CON LAS GRASA MALAS.

Frente a las grasas malas, se oponen las grasas malas. Estas son por orden de impacto: las grasas trans consolidadas artificialmente (margarina, bollería industrial), que son malas siempre. No así los otros dos tipos de grasas, que son malas tomadas en exceso, y son: el ácido linólico presente en aceites vegetales, en los cereales, la leche y algunos frutos secos; y las grasas saturadas presentes en carnes y embutidos de mala calidad.

LOS CARBOHIDRATOS: DIFERNCIA ENTRE ÍNDICE GLUCEMICO Y CARAGA GLUCÉMICA.

Los carbohidratos son fuentes de glucosa. Ahora bien, que sean beneficiosos o perjudiciales dependen de su carga glucémica. Anteriormente, se valoraban los hidratos por el índice glucémico, es decir, la velocidad con la que llega la glucosa a la sangre, un valor que podría hacer creer que la glucosa del plátano o de un refresco de cola llegan con la misma velocidad. Sin embargo, lo relevante es la carga glucémica, es decir, la cantidad de glucosa que contienen los nutrientes. Y ahí se comprobó que el refresco te genera un pico de glucosa mucho más alto que el plátano, con todo lo que ello conlleva.

Si miramos la carga glucémica del pan, el arroz, la pasta no integral y los dulces vemos que es muy alta debido a que han sufrido refinados subiéndonos el azúcar a tope.

La patata, al contener almidón, también es considerada un nutriente con una alta carga glucémica.

Para volver al equilibrio, una de las vías que el cuerpo utiliza es convertir ese azúcar en grasa, que se queda ahí acumulada. Pero hay más inconvenientes, estos carbohidratos refinados se consideran calorías vacías ya que ofrecen una cantidad muy baja de micronutrientes (vitaminas y minerales) en comparación con la fruta y la verdura. Y encima son ácidos, en contra de la función primordial de los carbohidratos que es alcalinizar para equilibrar los ácidos.

¿… Y LOS INTEGRALES?

Contienen fitatos y lectinas. Los fitatos reducen la absorción de varios minerales como el magnesio, el calcio y el zinc, mientras que las lectinas son antinutrientes que dañan la pared del aparato digestivo y son consideradas como un cuerpo extraño por nuestro sistema inmunitario.

Algo similar ocurre con otro tipo de antinutrientes, las saponinas, que las encontramos en las legumbres como los garbanzos, las lentejas, las judías…

Además, al igual que sucedía con los refinados, todos estos nutrientes también acidifican el sistema, mientras que la fibra la podemos encontrar sobradamente en la fruta y la verdura.

LOS CARBOHIDRATOS A DEBATE.

Fíjate que todo lo que está relacionado con la regulación de nuestros genes son sustancias muy antiguas evolutivamente. Nunca encontramos sustancias recientes introducidas o producidas artificialmente que actúen a ningún nivel de estos; todo lo contrario, influyen inflamando nuestro cuerpo.

Estos productos cultivados como los cereales, el trigo, el maíz, el arroz… se introdujeron en un principio para alimentar a los animales, pero ante el aumento demográfico de la población, empezaron a usarse para dar de comer a los humanos.

En nuestros días, en Occidente, nos hemos acostumbrado a comer carbohidratos refinados industrialmente a diario, pero ello no quiere decir que estemos genéticamente preparados para tolerarlos, ni que nos sienten bien, ni que sean saludables. Se ha comprobado científicamente en infinidad de experimentos y en estudios antropológicos que, cuando retiras estos alimentos procesados de la dieta, las enfermedades se reducen y la obesidad disminuye radicalmente.

EL AZÚCAR ES VENENO

Con todos estos productos te estás inyectando azúcar en vena, y, aunque te parezca exagerado, el azúcar es casi venenoso, debería estar considerado como la nicotina, en el sentido de que tenemos instaladas máquinas expendedoras en los colegios, centros de salud, aeropuertos, tentándonos a todas horas como a los fumadores en los bares con el tabaco. Cuando tomamos azúcar estamos tomando un inflamatorio, estamos inflamando nuestro cuerpo.

SECUELAS EN LA PROCREACIÓN

Mientras los africanos tienen siete niños a pesar de su malnutrición, en nuestra sociedad desarrollada cada vez tenemos más problemas para procrear. ¿Te lo habías parado a pensar alguna vez? Realmente, se está convirtiendo en una “pandemia” en nuestros días, cuando tenemos que recurrir a duros tratamientos de fertilidad, fecundaciones in vitro, porque a los hombres se les diagnostica esperma inmaduro y a las mujeres otros tantos problemas con su sistema reproductivo y hormonal.

Uno de los aspectos que se relaciona con esta situación de infertilidad creciente es la obesidad. Cuanto más abundancia energética, más señales recibe el cuerpo de que tenemos la supervivencia asegurada; por tanto, menos necesidad de reproducir tenemos. ¿No crees que esto se solucionaría si le damos a nuestros genes aquello a lo que han estado acostumbrados a lo largo de la evolución?

BIOFLAVONOIDES Y MICRONUTRIENTES.

BIOFLAVONOIDES

Son aquellas sustancias que pigmentan a los vegetales y que se conocen por su gran valor antioxidante, antiinflamatorio, potenciador del sistema inmunitario y anticancerígeno. Entre ellos, encontramos la epigalocatequina del té verde; la antiocianina, que es la que da los pigmentos azules y rojos, por ejemplo en la uva roja, las frambuesas, las moras o el arándano, y la quercitina, que es el pigmento amarillo-verdoso que caracterizan a las cebollas, manzanas y brócoli.

Además de los flavonoides, la fruta, la verdura y las hierbas también presentan otra serie de sustancias que tienen unas acciones espectaculares sobre nuestro estado de salud. La uva negra, contiene resveratrol. Esta sustancia es un antimicrobiótico que sirve para proteger a la planta y potencia la proteína SIRT, que tiene importantes efectos de antienvejecimiento en nuestro organismo.

En el brócoli y otras crucíferas como la coliflor y la col encontramos sulfurafano, que se caracteriza por su acción anticancerígena y antiinflamatoria. Al igual que la curcumina, sustancia que encontramos en la cúrcuma, que presenta una capacidad espectacular para regular procesos inflamatorios. El ajo, nutriente que por su alto contenido en azufre, junto con la cebolla, el puerro y todos los nutrientes de la familia, son una sustancia vital para los procesos de desintoxicación del hígado.

LOS MICRONUTRIENTES: vitaminas y minerales

La mayoría de las vitaminas no pueden ser sintetizadas por el organismo, por lo que no hay otra forma de obtenerlas que a través de la ingesta nutritiva. En los seres humanos hay trece vitaminas: nueve hidrosolubles, que son las vitaminas B y la vitamina C; y cuatro liposolubles, que son la A, la D, la E y la K.

Las principales fuentes de vitamina E son el aceite de oliva, las nueces, las almendras y las espinacas.

Los minerales, básicos

Un mineral que presenta una gran cantidad de propiedades es el zinc. Antioxidante vital para nuestro organismo, optimiza la respuesta de nuestro sistema inmunitario y participa en la regeneración de tejido. Su principal fuente la encontramos en los productos del mar.

Nuestros riñones para funcionar bien necesitan a parte de una buena hidratación, una optima presencia de minerales. Esto lo podemos conseguir gracias a la ingesta de fruta y verdura ya que son las principales fuentes de potasio y magnesio.

Para hablar de calcio, mitos sobre la leche

El calcio es un mineral que todos lo relacionamos con la calidad de nuestros huesos. Así es: El calcio, junto con la vitamina D, que actúa fijando este, son muy importantes para que nuestros huesos tengan una buena salud. Hoy en día centramos todos nuestros esfuerzos en ingerir nutrientes con alta cantidad de calcio, y ahí ¡zas! Aparece la leche de vaca como nuestra gran amiga, ya que sin ella parece que los niños no puedan crecer y que las mujeres después de la menopausia se vayan a descalcificar inevitablemente.

Pues resulta que ¡no!, y rotundamente no. Con explicar brevemente el mecanismo mediante el cual los huesos se mantienen en óptimo estado lo entenderás.

Los huesos actúan como principales tampones liberando calcio cuando nuestro cuerpo está ácido. La acidez es uno de los pilares claves, ya que si nuestro cuerpo se acidifica, sufre carencia de oxígeno y, por tanto, nos arriesgamos mucho a padecer problemas de salud. La acidificación puede surgir por no ingerir agua, comer solo nutrientes ácidos (carnes, pescados, huevos, pan, arroz, pastas, dulces…), incluidos el alcohol y las bebidas azucaradas, y padecer situaciones de estrés. Con lo cual, estar en un ambiente ácido las veinticuatro horas del día no le cuadra nada a nuestro cuerpo.

En consecuencia, si la nutrición es mala, no llevamos una hidratación óptima, no disfrutamos de cierta tranquilidad, no nos movemos y no nos da el sol, la osteoporosis está servida. Cuadra bastante más que el hueso dependa de todos estos factores que de beber leche o no, aunque nos quieran hacer creer lo contrario (por intereses económicos varios).

Es más, las fuentes más biodisponibles (más fácil de absorber) de calcio son verduras de hoja verde como la col y el brócoli; mientras que la leche justamente se caracteriza por ser un nutriente ¡ácido!

Aparte de su acidez y su poca contribución a la calidad del hueso, analicemos sus tres macronutrientes: Su principal proteína se llama caseína, la cual puede generar intolerancia y se caracteriza por inducir a la producción de moco. La grasa es de tipo ácido linólico, omega 6, la cual, dentro de las grasas no nos interesa especialmente. Y su carbohidrato, quizás el más conocido, es la lactosa. Sustancia que debe estar descompuesta en nuestro intestino por la lactasa, la cual perdemos con el paso de la edad (la lactasa, la tenemos mayormente los primeros años de edad para digerir la leche materna), generando así incapacidad para su descomposición e irritabilidad intestinal.

Por último plantéate una cuestión biológica: ¿por qué será que somos el único mamífero que continúa bebiendo leche de otra especie después del amamantamiento?

LA IMPORTANCIA DE LA NECESIDAD PARA EL CAMBIO

Como ya adelantábamos, nuestro cerebro funciona con un circuito neurológico tal que, cuando comemos, bebemos, hacemos ejercicio o tenemos contacto físico, nos libera unas hormonas especialmente diseñadas para producirnos bienestar.

Pero debemos recordar la diferencia entre las recompensas naturales y las no naturales.

Es por eso que cada cual debe buscar dentro de sí mismo el motivo por el que quiere generar un cambio. A todo el mundo le gusta verse bien, que le entre la ropa, que le digan piropos… pero solo con eso no es suficiente. Debes encontrar tu motivación endógena, algo muy relevante para ti que te permita inducir a un cambio de costumbres.

Eso solo se consigue cuando se genera una necesidad perentoria. Entonces aparece la motivación y, por ende, se despierta la voluntad.

Si no lo necesitas, si estás bien como estás, ni te lo plantees, de veras: quédate como estás, porque vas a recaer a la mínima y a volver a tus costumbres automáticamente.

 Si consideras que no está roto, no lo arregles.

JERARQUÍA DE INICIO DE CAMBIOS

Primer cambio: - Recuperar la sed

-          El deporte te invita a beber

Segundo cambio: -Moverte en ayunas

Tercer cambio: -Comer no más de tres veces al día

-          Cuantas menos veces comes, menos envejeces

-          No estreses a tu organismo

-          Sáciate, pero de comida de calidad

-          Si quieres picar, fruta

Cuarto cambio: - Recupera la vitalidad

-          Consiste en comer durante diez días pescado blanco al vapor o horno, cremas de cebolla, zanahoria y calabaza, y manzanas y peras al horno.

-          Para beber agua y si te apetece infusiones mezclando clavo, cardamomo, comino, jengibre, canela, romero y pimienta.

Quinto cambio: - Mantenerlo en sociedad

-          Al principio, en tu entorno social, cuando empieces a aplicar este estilo de vida, se te verá como raro. Pero luego, al ver que funciona, con los cambios físicos y vitales, esas burlas pasarán a ser admiración.

ALIMENTOS PARA DEPURACIÓN HEPÁTICA

-          Grasas de calidad que mejoran el funcionamiento hepatocito (célula del hígado)

-          Cebolla, ajo, puerro

-          Alcachofa y cúrcuma

-          Brócoli y familia de crucíferas

 

 

 

 

 

 Bibliografía

PALEOVIDA, La alimentación con la que conseguirás mejorar tu vida; Carlos Pérez

PALEODIETA PARA DEPORTISTAS, Una formula nutricional para el deporte de alto rendimiento; Loren Cordain y Joe Friel

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