miércoles, 30 de mayo de 2012


Para hablar de calcio, mitos sobre la leche

El calcio es un mineral que todos lo relacionamos con la calidad de nuestros huesos. Así es: El calcio, junto con la vitamina D, que actúa fijando este, son muy importantes para que nuestros huesos tengan una buena salud. Hoy en día centramos todos nuestros esfuerzos en ingerir nutrientes con alta cantidad de calcio, y ahí ¡zas! Aparece la leche de vaca como nuestra gran amiga, ya que sin ella parece que los niños no puedan crecer y que las mujeres después de la menopausia se vayan a descalcificar inevitablemente.

Pues resulta que ¡no!, y rotundamente no. Con explicar brevemente el mecanismo mediante el cual los huesos se mantienen en óptimo estado lo entenderás.


Los huesos actúan como principales tampones liberando calcio cuando nuestro cuerpo está ácido. La acidez es uno de los pilares claves, ya que si nuestro cuerpo se acidifica, sufre carencia de oxígeno y, por tanto, nos arriesgamos mucho a padecer problemas de salud. La acidificación puede surgir por no ingerir agua, comer solo nutrientes ácidos (carnes, pescados, huevos, pan, arroz, pastas, dulces…), incluidos el alcohol y las bebidas azucaradas, y padecer situaciones de estrés. Con lo cual, estar en un ambiente ácido las veinticuatro horas del día no le cuadra nada a nuestro cuerpo.

En consecuencia, si la nutrición es mala, no llevamos una hidratación óptima, no disfrutamos de cierta tranquilidad, no nos movemos y no nos da el sol, la osteoporosis está servida. Cuadra bastante más que el hueso dependa de todos estos factores que de beber leche o no, aunque nos quieran hacer creer lo contrario (por intereses económicos varios).

Es más, las fuentes más biodisponibles (más fácil de absorber) de calcio son verduras de hoja verde como la col y el brócoli; mientras que la leche justamente se caracteriza por ser un nutriente ¡ácido!

Aparte de su acidez y su poca contribución a la calidad del hueso, analicemos sus tres macronutrientes: Su principal proteína se llama caseína, la cual puede generar intolerancia y se caracteriza por inducir a la producción de moco. La grasa es de tipo ácido linólico, omega 6, la cual, dentro de las grasas no nos interesa especialmente. Y su carbohidrato, quizás el más conocido, es la lactosa. Sustancia que debe estar descompuesta en nuestro intestino por la lactasa, la cual perdemos con el paso de la edad (la lactasa, la tenemos mayormente los primeros años de edad para digerir la leche materna), generando así incapacidad para su descomposición e irritabilidad intestinal.

Por último plantéate una cuestión biológica: ¿por qué será que somos el único mamífero que continúa bebiendo leche de otra especie después del amamantamiento?  

No hay comentarios:

Publicar un comentario