Entrenamiento de la
Fuerza para las Piernas: Efectos sobre el VO2 pico y sobre la
Mioplasticidad del Músculo Esquelético
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1Health and Wellness Clinic, 74 Aerospace Medicine,
Wright Patterson, Air Force Base, OH, 45422-5350.
2Indian Institute of Technology Guwahati, Department of Electronics & Communication Engineering, North Guwahati, Guwahati-781039, India.
3Wright State University, Department of Biological Sciences and Mathematics, Dayton, OH 45435-0001.
2Indian Institute of Technology Guwahati, Department of Electronics & Communication Engineering, North Guwahati, Guwahati-781039, India.
3Wright State University, Department of Biological Sciences and Mathematics, Dayton, OH 45435-0001.
RESUMEN
El objetivo central de esta revisión fue determinar
si la concurrencia del entrenamiento de la fuerza de alta intensidad y la
reducción de la carga aeróbica influencian el VO2 máx. o la
estimación del VO2 máx. medido en cicloergómetro, en cinta ergómetro
o en ambos. Nuestra revisión indica que la medición del VO2 máx., el
tiempo hasta el agotamiento y el tipo de programa de entrenamiento físico
empleado pueden influenciar la capacidad aeróbica medida en ciclo ergómetro,
cinta ergómetro o en ambos. El entrenamiento de la fuerza de alta intensidad (80%
de 1RM) puede inducir cambios en las isoformas de las cadenas pesadas de
miosina (MCH); desde el tipo IIb (glucolíticas) al tipo IIa
(oxidativa/glucolítica), en los músculos periféricos entrenados. Hasta el
momento la literatura no ha podido aclarar los mecanismos precisos que causan
estos incrementos en la capacidad aeróbica. Estas adaptaciones periféricas
pueden atribuirse al volumen del entrenamiento de la fuerza de alta intensidad
para las piernas (3 series de 12 a 16 repeticiones realizadas hasta el
agotamiento) en concurrencia con la reducción del volumen del entrenamiento
aeróbico. Los mecanismos responsables de este cambio pueden estar asociados con
el área de sección transversal de la musculatura entrenada. Por ejemplo, si se
incrementa el área de sección transversal de las fibras musculares oxidativas y
glucolíticas, incluso a un mismo porcentaje de la masa muscular original,
entonces cualquier tasa de trabajo representara un menor porcentaje de la
capacidad máxima del músculo para completar tanto el trabajo oxidativo como el
no oxidativo.
Palabras Clave: consumo máximo de oxígeno, adaptación periférica, adaptación central,
fuerza de las piernas, entrenamiento de la fuerza.
INTRODUCCION
Los investigadores sugieren que el
incremento en la fuerza de las piernas, independientemente del entrenamiento
cardiovascular, puede aumentar el VO2 máx. y el rendimiento
aeróbico. El incremento en la fuerza de las piernas puede también incrementar
el tiempo hasta el agotamiento durante el ciclismo y la carrera, y amplificar
el VO2 máx. de los sujetos tanto en ciclo ergómetro como en cinta
ergómetro (10-36). Varios investigadores han examinado los efectos del
entrenamiento de la fuerza intenso y su capacidad para incrementar la capacidad
aeróbica cuando esta es medida en ciclo ergómetro o cinta ergométrica (9, 10,
15-17,21, 26, 28, 31, 34, 36).
La plasticidad del músculo esquelético
esta definida y caracterizada por la dinámica funcional y la remodelación
estructural de las fibras musculares (bioquímica y tamaño). Las alteraciones
pueden ocurrir como consecuencia de la reducción en las fuerzas de carga
(viajes al espacio, suspensión de la extremidad y reposo en cama) o por el
incremento del peso de las cargas que se deben transportar. Nuevamente, los
cambios significativos en la bioquímica del músculo esquelético pueden ocurrir
como resultado de la alta intensidad y el alto volumen del entrenamiento de la
fuerza y un bajo volumen de carga aeróbica, mejorando por lo tanto, la
capacidad oxidativa de en ciertas subpoblaciones de fibras musculares. Sin
embargo, los mecanismos precisos que contribuyen a esto no se han demostrado
definitivamente (25).
Algunos investigadores (13, 17) han
hipotetizado que los incrementos en el VO2 máx., medido en ciclo
ergómetro, pueden deberse al incremento en la masa muscular y a una mejora de
la capacidad oxidativa en la musculatura que ha sido entrenada en fuerza. Un
grupo de investigadores (22) determinó los efectos de tres programas
característicos de entrenamiento de la fuerza sobre la resistencia
cardiovascular y descubrió que el programa con altas repeticiones (2 series de
22 a 26 repeticiones) y baja intensidad (60% de 1RM) incrementaba
considerablemente el tiempo hasta el agotamiento y la producción máxima de
potencia. Las adaptaciones fisiológicas en el grupo que entrenó con altas
repeticiones incluyeron el incremento en la tolerancia al lactato, mejoras en
los sistemas energéticos oxidativos y no oxidativos, o simplemente una
tolerancia incrementada al trabajo de muy alta intensidad (22). Los programas
combinados de entrenamiento aeróbico y de la fuerza pueden también incrementar
la potencia aeróbica y el tiempo hasta el agotamiento durante la realización de
carreras y ciclismo de corta duración y alta intensidad (10, 24).
El entrenamiento de la fuerza de alta
intensidad puede también aumentar el VO2 pico y el aporte de sangre
capilar en los músculos esqueléticos. Hepple y cols. (15) reclutaron hombres
ancianos (65 a 74 años) para participar en un estudio de entrenamiento de la
fuerza de nueve semanas. El grupo conformado por diez sujetos realizó tres
series de cuatro ejercicios para cada pierna por separado a una intensidad que
provocaría fatiga volitiva dentro de las 6 a 12 repeticiones. Cada uno de los
cuatro ejercicios se completó en una máquina universal para el entrenamiento de
la fuerza. El grupo de sujetos entrenados incrementó su VO2 y a la
vez incrementó el número de capilares por longitud de perímetro muscular, lo
cual subsecuentemente equiparó el incremento en el VO2 pico. Los
cambios fisiológicos señalados en los estudios previos pueden ocurrir no solo
en la población de ancianos, sino que cambios fisiológicos comparables pueden
ocurrir también en la población de jóvenes inactivos. Interesantemente, los
hombres ancianos en este estudio realizaban actividad física de baja intensidad
en forma periódica (i.e., tenis, golf y caminatas), sin embargo, a través del
entrenamiento de la fuerza en las piernas, tuvieron incrementos en varios
parámetros de la aptitud física cardiovascular (CV).
Un grupo de investigadores (36) examinó
los efectos de seis meses de entrenamiento de la fuerza de alta y baja
intensidad sobre la capacidad aeróbica en un grupo de hombres y mujeres
ancianos (60 a 80 años). Estos investigadores observaron que los sujetos que
tuvieron incrementos en la fuerza de las piernas fueron capaces de ejercitarse
a una intensidad relativa mayor y por un período de tiempo sostenido. Sin
embargo, es improbable de que sujetos jóvenes incrementen la capacidad aeróbica
por medio de la mejora de la fuerza de las piernas. Los sujetos jóvenes tienen
un nivel normal de fuerza en las piernas, a diferencia de los sujetos ancianos
que participaron en este estudio (36). Por lo tanto, el entrenamiento
concentrado de la fuerza para las piernas en un grupo de sujetos jóvenes puede
no incrementar significativamente la capacidad aeróbica. En contraste Hickson y
cols. (17) mostraron que sujetos de entre 18 y 27 años de edad tuvieron un
incremento del 40% en la fuerza de las piernas, así como también incrementaron
el tiempo hasta el agotamiento en ciclo ergómetro (47%) y en cinta ergómetrica
(12%), luego de 10 semanas de entrenamiento de la fuerza de intensidad casi
máxima para las piernas.
Varios investigadores (13, 27, 31)
hallaron que el entrenamiento aeróbico combinado con el entrenamiento de la
fuerza de alto volumen llevado a cabo con ejercicios multiarticulares para las
piernas y la musculatura del tren superior produjo resultados prometedores en
la resistencia aeróbica y el VO2 máx. Por lo tanto, en al menos
algunos protocolos de entrenamiento, el énfasis en el fortalecimiento de las
piernas ha mejorado la capacidad aeróbica. Por ejemplo, O’Hara et al. (25)
reclutaron a una muestra convenientemente pequeña de (n=14) hombres de la
Fuerza Aérea previamente entrenados los cuales mostraron incrementos
significativos en la capacidad aeróbica máxima predicha cuando los sujetos
fueron evaluados en un ciclo ergómetro después de 6 y 12 semanas de
entrenamiento. Cada sujeto llevo a cabo un alto número de repeticiones (12 a
16) hasta el agotamiento y se recupero durante uno o dos minutos entre cada
serie de ejercicios de sobrecarga. Después de las 12 semanas de entrenamiento
de la fuerza de alta intensidad la media grupal para la estimación de la aptitud
aeróbica se incrementó desde 27.6ml.kg-1.min-1 hasta
34.7ml.kg-1.min-1. Esto fue un cambio significativo,
especialmente considerando el hecho de que este grupo de hombres había
participado previamente durante dos o más años en programas de
acondicionamiento aeróbico, sin embargo, todavía eran capaces de incrementar su
nivel de rendimiento en ciclo ergómetro. Los autores sugirieron que los cambios
en la morfología del músculo esquelético, tal como la mejora en los patrones de
reclutamiento muscular y los niveles de fuerza en la musculatura de la pierna
entrenada, podrían explicar el incremento observado en la capacidad aeróbica.
Además, los sujetos señalaron una mejora en la comodidad durante el ciclismo lo
que pudo haber contribuido al aumento del volumen y la carga en las piernas y a
la eficiencia muscular. La respuesta neuromuscular a entrenamiento crónico de
la fuerza y las consiguientes alteraciones en los patrones de reclutamiento de
unidades motoras pueden ser otra causa de la mejora en la resistencia y la
capacidad aeróbica de los sujetos.
Conley y Rozenek (8) reportaron que el
alto volumen de entrenamiento de la fuerza, que consistió principalmente de
ejercicios multiarticulares de la musculatura de la pierna, produjo un
incremento en el metabolismo aeróbico del 8 al 10%. Los mecanismos fisiológicos
exactos, responsables de este cambio podrían ser atribuidos a mejoras en el
transporte y la utilización de oxígeno en los músculos esqueléticos, a nivel
vascular periférico o cardíaco. Sin embargo, no se conocen los mecanismos
fisiológicos precisos ligados a las mejoras en el metabolismo aeróbico, debido
a un programa de entrenamiento de la fuerza.
Solamente un grupo de investigadores (3,
16-18, 36) ha examinado específicamente los efectos del fortalecimiento
intensivo de las piernas combinado con el entrenamiento aeróbico sobre el VO2
máx., la resistencia aeróbica de corta y larga duración y la potencia aeróbica.
Los mecanismos periféricos propuestos detrás de las mejoras en el VO2
pico y el rendimiento de resistencia pueden ser atribuidos a las mejoras en los
patrones de reclutamiento muscular y al incremento en la fuerza de las piernas,
lo cual podría influenciar la tasa de turnover o recambio de lactato, o el
umbral del lactato. El incremento en la comodidad durante el ciclismo,
resultante del incremento en el volumen y la carga del entrenamiento de la
fuerza para las piernas, podría también provocar una reducción en la respuesta
de la frecuencia cardíaca (31).
METODOS
Esta revisión se enfoca en los efectos
fisiológicos provocados por la mejora en la fuerza de los cuadriceps sobre el
consumo máximo de oxígeno y las capacidades oxidativa y de resistencia
estimadas. El objetivo secundario de esta revisión es examinar los volúmenes y
cargas del entrenamiento de la fuerza necesarios para provocar mecanismos de
cambio en las miofibrillas de los músculos entrenados que puedan contribuir a
la mejora de la capacidad aeróbica de los sujetos. Las dos áreas que estos
investigadores están intentando examinar son controversiales entre los
investigadores y todavía no han sido resueltas en la literatura científica.
Por lo tanto, estos investigadores han
intentado contestar las siguientes preguntas:
¿Cuándo se lo mide en ciclo ergómetro, cinta o ambos; puede el entrenamiento de la fuerza de alta intensidad concurrente con la reducción de volumen de carga aeróbica incrementar el VO2 máximo o el VO2 estimado, o ambos?. Si es así, ¿cuáles son los mecanismos periféricos responsables del aumento en la capacidad oxidativa?.
¿Cuándo se lo mide en ciclo ergómetro, cinta o ambos; puede el entrenamiento de la fuerza de alta intensidad concurrente con la reducción de volumen de carga aeróbica incrementar el VO2 máximo o el VO2 estimado, o ambos?. Si es así, ¿cuáles son los mecanismos periféricos responsables del aumento en la capacidad oxidativa?.
Selección de los Artículos Científicos
Los investigadores realizaron la búsqueda
de literatura publicada entre principios de 1969 y el 2003, utilizando para
ello la Biblioteca Virtual del Servicio Médico de la Fuerza Aérea de los
Estados Unidos. Para la búsqueda se introdujeron las siguientes palabras: (a)
VO2 máx.; (b) fuerza de las piernas; (c) producción de potencia; (d)
evaluación en cicloergómetro; (e) evaluación en cinta (f) potencia anaeróbica;
(g) entrenamiento aeróbico; (h) entrenamiento de la fuerza (i) adaptación
periférica; y (j) adaptación central. Se encontraron 62 artículos y los autores
eligieron 34 artículos que contenían específicamente las preguntas de
investigación propuestas.
Plasticidad del Músculo Esquelético
La realización de un entrenamiento de la
fuerza progresivo de alta intensidad con cargas cercanas al máximo puede
incrementar el tamaño de las fibras musculares de contracción rápida.
Subsecuentemente, pueden resultar reducciones en la densidad mitocondrial (35).
Sin embargo, de acuerdo con Brooks y cols. (6), el volumen de la masa
mitocondrial permanece sin cambios. El entrenamiento de la fuerza de alta
intensidad puede también provocar una reducción en la densidad capilar de los
músculos esqueléticos, pero el índice capilares/fibra también se mantiene sin
cambios.
En contraste, un régimen de entrenamiento
de la fuerza con altas repeticiones, característicamente utilizado por los
físicoculturistas, puede provocar un incremento en el número de capilares por
fibra muscular e incrementar la capacidad del músculo esquelético para sostener
una cantidad dada de fuerza durante largos períodos de tiempo (5).
Consecuentemente, puede producirse un incremento en la capacidad de
fuerza-resistencia de los músculos esqueléticos. Esta mejora en la fuerza y la
resistencia muscular puede también incrementar la capacidad del músculo para
mantener un nivel de fuerza durante períodos prolongados, lo cual puede
contribuir a incrementar la comodidad de los muslos y las piernas durante el
ciclismo.
Con el propósito de estudiar la respuesta
de la frecuencia cardíaca al entrenamiento de una pierna en un ciclo ergómetro,
Saltin y Hermanssen (29) dividieron aleatoriamente a los sujetos de su estudio
en dos grupos. El grupo uno entrenó solamente una pierna en el ciclo ergómetro,
mientras que el grupo dos sirvió como grupo control. Este grupo de
investigadores descubrió que el grupo uno tuvo una menor respuesta de la
frecuencia cardíaca durante la evaluación de la pierna entrenada versus la
pierna desentrenada, en comparación con sus valores de VO2 máx.
antes del entrenamiento. El grupo que entrenó la pierna (grupo 1) tuvo una
reducción en la respuesta de la frecuencia cardiaca al ejercicio. La
disminución en la frecuencia cardíaca se atribuye a pequeñas terminaciones
nerviosas ubicadas en la musculatura del muslo entrenado. De acuerdo con Saltin
y Hermanssen (29), estas pequeñas terminaciones nerviosas en los músculos
esqueléticos son sensibles al ambiente metabólico dentro del músculo.
Consecuentemente, esto influencia la respuesta de la frecuencia cardíaca de los
sujetos durante el ejercicio a través del centro de control cardíaco en el
cerebro.
Saltin y cols. (30) determinaron las
adaptaciones centrales y periféricas producidas por la realización de
ejercicios aeróbicos y anaeróbicos a una pierna en ciclo ergómetro. Un grupo de
hombres saludables (n=13) que consistía de estudiantes de medicina o de arte
(edad media: 21.7 años; talla [ht]: 181[cm]; peso [wt]: 71.1[kg]) participaron
en cuatro semanas de entrenamiento en ciclo ergómetro cuatro a cinco veces por
semana. La muestra era homogénea en cuanto al nivel de entrenamiento y el VO2
máx. Por lo tanto, los investigadores pudieron seleccionar aleatoriamente a los
sujetos y colocarlos en uno de tres grupos de entrenamiento. Los grupos y sus
modos de entrenamiento se muestran en la Tabla 1.
Tabla 1. Resultados del estudio de Saltin y cols (30).
Saltin y cols. (30) reportaron que el
grupo uno incremento el VO2 máx. en cada pierna a partir del valor
inicial en un 11% y en un 20% en la musculatura de la pierna entrenada S y AE,
respectivamente. En el grupo 2, el VO2 máx. se incrementó a partir
de la condición inicial de 2.81L/min, en la pierna entrenada S en un 15%
mientras que en la pierna no entrenada se incrementó en menos del 3%. El VO2
máx. en la condición inicial para el grupo 3 fue 2.4L/min y 2.5L/min para ambas
piernas. Luego del entrenamiento AE, se observó un incremento del 24% en el VO2
máx. de la pierna que fue entrenada, mientras que la pierna la pierna que no
fue entrenada exhibió un incremento del 6%. Las diferencias entre los valores
provocados por los entrenamientos AE y S en las piernas no fueron
significativas. Sin embargo, los investigadores observaron que existe una
estrecha correlación entre la adaptabilidad de la circulación periférica y
central en la regulación de la respuesta de la frecuencia cardiaca.
Para este grupo de investigadores
resultaron de particular interés (30) las adaptaciones similares entre los
sujetos de los tres grupos. Por ejemplo, los sujetos del grupo uno que
participaron en entrenamientos aeróbicos al menos dos veces más que los sujetos
de los grupos dos y tres. Sin embargo, la respuesta de la frecuencia cardíaca
submáxima y el VO2 máx. en las piernas de los sujetos de los grupos
uno y tres (grupos que entrenaron aeróbicamente) fueron similares a la de los
sujetos en los grupos uno y dos (entrenamiento de la velocidad). Estos mismos
investigadores establecieron lo siguiente: “en los animales y quizás en los
humanos también, la aceleración cardiovascular puede ser provocada tanto por la
influencia cortical del centro vasomotor, como por impulsos aferentes
provenientes de los músculos activos. Considerando la marcada respuesta local
uno podría especular que es posible que los cambios en la frecuencia cardíaca
submáxima estén relacionados a un impulso periférico menos activo” (30).
En este estudio, Saltin y cols. (30),
concluyeron que la reducción en la respuesta de la frecuencia cardíaca, debido
al entrenamiento de la pierna, aumenta el tiempo de llenado en el miocardio, lo
cual incrementa el volumen diastólico y el volumen sistólico (SV). Por lo
tanto, los cambios que induce el entrenamiento, incluido el entrenamiento de la
fuerza, pueden ejercer una influencia favorable sobre ciertas adaptaciones
cardiovasculares, tales como la reducción de la frecuencia cardíaca durante
ejercicio con tasas de trabajo conocidas. El estudio de Saltin y cols. (30),
indica además que los cambios periféricos (en las piernas), y no los cambios
centrales (miocardio), pueden afectar ciertos mecanismos de control en los
músculos esqueléticos.
Con el propósito de determinar los
mecanismos de cambio en los músculos esqueléticos, Staron y cols. (34) realizaron
un estudio acerca de la adaptabilidad de los distintos tipos de fibras
musculares esqueléticas en humanos al entrenamiento de la fuerza con distintas
cargas. Los investigadores extrajeron biopsias musculares del vasto lateral de
20 sujetos que habían sido divididos en tres grupos: desentrenados (n=5);
levantadores de pesas (n=7) y corredores de distancia (n=8). Los levantadores
de pesas (grupo que consistió de dos levantadores de potencia competitivos; un
físicoculturista competitivo y cuatro levantadores no competitivos, pero bien
entrenados) y los corredores de distancia (tiempo promedio en el maratón=159
minutos) habían participado de entrenamientos cuatro a seis veces por semana
por un mínimo de tres años. Los corredores de distancia no habían realizado
ningún tipo de entrenamiento de la fuerza para el tren inferior. Los controles
desentrenados eran sujetos sedentarios y no habían participado en ningún
programa de actividad física regular. Los mismos investigadores (34) se
interesaron también en la capacidad del músculo esquelético para cambiar el
tipo de composición fibrilar en los levantadores de pesas, como respuesta al
entrenamiento de la fuerza en base a la especificidad de la rutina que
realizaban para entrenar. Estos investigadores descubrieron que el
volumen-porcentaje de mitocondrias en las fibras musculares Tipo IIb de los
levantadores de pesas y de los corredores era similar. Sin embargo, el número
de fibras Tipo IIb en el grupo control era drásticamente mayor. Los sujetos que
participan en entrenamientos de la fuerza de alta intensidad, el cual puede
implicar contracciones de la musculatura cercanas al máximo, reclutarán
principalmente las fibras musculares rápidas-glucolíticas Tipo IIb. Sin embargo
luego de haber obtenido las biopsias musculares del vasto lateral (la porción
superior del muslo) de los sujetos entrenados, los investigadores descubrieron
que un gran porcentaje (32% vs. los sujetos controles) del músculo estaba
compuesto de fibras rápidas oxidativas-glucolíticas (FOG) Tipo IIa. Además, la
conversión de fibras Tipo IIb en IIa podría deberse a un efecto acumulativo del
entrenamiento de la fuerza lo que resulta en un mayor reclutamiento de fibras
musculares Tipo IIa versus IIb. Asimismo, el entrenamiento de la fuerza puede
también aumentar la producción oxidativa (aeróbica) de trifosfato de adenosina
(ATP) y por lo tanto, incrementar la capacidad de resistencia de corta duración
sin incrementar el VO2 máx.
Staron y cols. (34) hallaron que las
fibras musculares Tipo I, IIa y IIb de los corredores y de los levantadores de
pesas tenían un mayor volumen porcentual de mitocondrias en comparación con el
grupo control de desentrenados. Sin embargo, los corredores de distancia bien
entrenados tienen rutinariamente una mayor densidad y volumen mitocondrial en
las fibras Tipo I, cuando se los compara con los levantadores de pesas. Las
biopsias musculares tomadas en este grupo de levantadores de pesas indicaron
que los levantadores de pesas dependen más de las fibras Tipo IIa, lo cual
puede contribuir al incremento en la capacidad oxidativa sin un concomitante
incremento en el VO2 máx.
Staron y cols. (34) sugirieron que el
efecto colectivo del entrenamiento de pesas produce un mayor reclutamiento de
fibras Tipo IIa en comparación con las fibras Tipo I o IIb. El entrenamiento de
pesas puede también aumentar la capacidad oxidativa de las fibras musculares,
sin producir incrementos significativos en la máxima capacidad oxidativa.
En otro estudio Staron y cols. (33)
observaron los efectos del entrenamiento de la fuerza de alta intensidad sobre
las adaptaciones del músculo esquelético en 13 hombres (edad=23.5±1.5 años,
ht=1.77±0.88m) y 8 mujeres (edad=20.6±1.5, ht=1.80±0.05m) quienes nunca habían
participado en un programa de entrenamiento de la fuerza de alta intensidad. El
grupo control consistió de 12 sujetos, 7 hombres (edad=20.7± 14 años;
ht.=1.80±0.09m) y 5 mujeres (edad=20.6±1.6 años; ht=1.61±0.01m) quienes no
habían participado en entrenamientos de la fuerza ni en rutinas de
entrenamiento físico. Los sujetos de este estudio (33) realizaron ejercicios de
sentadilla, prensa de piernas y extensiones de rodillas hasta el agotamiento,
dos veces por semanas durante 8 semanas. Los días lunes los sujetos realizaron
dos series de entrada en calor seguidas por tres series de 6 a 8 repeticiones,
y los días miércoles tres series de 10 a 12 repeticiones con dos minutos de
recuperación entre las series de cada ejercicio. Los investigadores extrajeron
muestras de biopsias musculares (80-160mg) de la porción superficial del vasto
lateral, ubicado en la musculatura del muslo. Las biopsias fueron extraídas al
comienzo de las 8 semanas de entrenamiento y cada dos semanas durante el
entrenamiento, tanto en los sujetos que se entrenaron como en los sujetos del
grupo control. Las muestras de músculo fueron analizadas para determinar la
composición de los distintos tipos de fibras, el área de sección transversal y
el contenido de cadenas pesadas de miosina (MCH).
Los investigadores observaron que los
hombres y mujeres que completaron el programa de entrenamiento de la fuerza de
alta intensidad incrementaron la fuerza dinámica absoluta y relativa luego de 4
semanas de entrenamiento. También observaron reducciones significativas en los
porcentajes de fibras musculares Tipo IIb (desde 21±8.3% en la semana 1 a
8.9±8.2 en la semana 9) luego de solo dos semanas de entrenamiento en las
mujeres y 4 semanas en los hombres. Luego de solamente 4 semanas de
entrenamiento se observó en todas las mujeres un incremento no significativo en
el porcentaje de fibras Tipo IIa (desde 31.4±7.9% en la semana 1 hasta
38.2±10.6% en la semana 9) y un incremento significativo en el porcentaje de
fibras Tipo I, en el cuadriceps femoral.
Se halló que el incremento en el
porcentaje de fibras musculares Tipo I en la región del cuadriceps fue
significativo y se redujo a niveles no significativos entre las semanas seis y
ocho de entrenamiento. Fox, Bowers y Foss (pag. 114) (12) citaron que “las
fibras musculares de contracción rápida Tipo IIa también tienen una alta
densidad mitocondrial y una presencia substancial de capilares y mioglobina
para soportar los aspectos oxidativos de su función metabólica”.
El diseño estructural de las fibras
rápidas oxidativas glucolíticas (FOG) (Tipo IIa) les permite ser moderadamente
resistentes a la fatiga muscular. Las fibras musculares FOG también son ricas
en mitocondrias y encimas oxidativas. Además, las fibras FOG tienen la
capacidad de utilizar metabolitos extraídos de la sangre para sostener la
actividad metabólica requerida durante la contracción muscular. Por lo tanto,
las fibras FOG se desarrollan para producir fuerza durante largos períodos de
tiempo sin incrementar la glucogenólisis (6).
Brooks y cols. (6) también sugirieron que
el músculo esquelético que sufre un estrés físico crónico debido a los
requerimientos de las altas cargas puede cambiar el fenotipo de las proteínas
contráctiles a un sistema de ciclos de puentes cruzados más económico (i.e.,
una tasa menor de ciclos de puentes cruzados para mantener la fuerza en una
contracción sostenida). El cambio en las tasas de ciclos de puentes cruzados
podría ser un importante fenómeno fisiológico si uno considera el acortamiento
muscular concéntrico provocado cuando un sujeto intenta pedalear una tasa de
trabajo constante en un ciclo ergómetro.
Hickson y cols. (16) observaron que
durante el ejercicio submáximo en ciclo ergómetro (85% del VO2 máx.,
60 rpm), el pico de tensión se producía cuando cada pedal era empujado con una
fuerza igual al 50-60% de la máxima fuerza ejercida en los pedales del ciclo
ergómetro. Esta fuerza ejercida al empujar el pedal hace suponer que la
activación de unidades motoras en el cuadriceps no ocurre al mismo tiempo o
fase de pedaleo acompañada por un reclutamiento significativo de fibras
musculares de contracción rápida. Como resultado del entrenamiento de la fuerza
los sujetos que participaron en este estudio incrementaron la fuerza máxima en
un 30 por ciento en la musculatura del muslo. Estos investigadores también
observaron que el pico de tensión se reducía en un 50 a 60 por ciento de la
máxima fuerza aplicada a los pedales, antes de que los sujetos participaran en
el estudio, hasta el 30 al 45 por ciento luego de su participación. La
reducción exhibida en el pico de tensión implicó que como resultado de cada
avance del pedal se produjo un posterior incremento en el reclutamiento de
fibras musculares de contracción lenta, acompañado por una reducción del
reclutamiento de fibras musculares de contracción rápida en la musculatura del
muslo. Debido a la reducción de la dependencia en el reclutamiento de fibras de
contracción rápida con cada empuje del pedal, también habría una reducción en
la tasa de consumo de trifosfato de adenosina (ATP) por unidad de fibra
muscular de fuerza contráctil y habría un subsiguiente ahorro de glucógeno en
el músculo esquelético.
Willoughby y Pelsue (38) determinaron la
abundancia de ARNm de las isoformas de las cadenas pesadas de miosina (MCH)
(Tipos I, IIa y IIx) en estado estable, en el músculo esquelético luego de 8
semanas de entrenamiento de la fuerza de alta intensidad. Doce sujetos
desentrenados (edad=19.88±0.53 años; ht=180.13±3cm; peso corporal 74.63±7.92kg)
fueron aleatoriamente asignados a un grupo control (C) o a un grupo que entrenó
la fuerza (RT). El grupo RT realizó tres series de 6 a 8 repeticiones de prensa
de piernas bilateral tres veces por semana (lunes, miércoles y viernes)
utilizando una carga del 85 al 90 por ciento de su 1RM, con 90 segundos de
recuperación entre cada serie. Más que en las evaluaciones pre y
post-entrenamiento, el grupo C no participó en entrenamientos de la fuerza
durante las 8 semanas que duró el estudio. El grupo RT exhibió un incremento en
el volumen del muslo, la fuerza muscular y en el contenido de proteínas miofibrilares
de los músculos esqueléticos luego de las 8 semanas de entrenamiento de la
fuerza, mientras que el grupo C no exhibió cambios significativos. En el grupo
RT los investigadores observaron incrementos significativos en el ARNm de la
MCH Tipo I (42.50±8.32% hasta 49.51±9.77%) y Tipo IIa (37.28±7.89% hasta
42.81±6.95%) luego de las 8 semanas de entrenamiento. Sin embargo, hubo un
reducción en el porcentaje de ARNm Tipo X (20.17±2.44% hasta 7.67±3.63%) en la
musculatura de la pierna entrenada. El programa de entrenamiento de la fuerza
de alta intensidad empleado en este estudio impuso grandes esfuerzos
contráctiles a la musculatura de las piernas de los sujetos, acoplado con
movimientos de baja velocidad. Estos investigadores creen que el entrenamiento
de la fuerza de alta intensidad que requiere grandes esfuerzos contráctiles y
movimientos de baja velocidad reduce la activación de fibras musculares Tipo
IIb durante la realización del ejercicio, en comparación con la alta activación
de fibras Tipo I y IIa. En base a estos resultados, estos investigadores creen
que el principio de la especificidad del entrenamiento y la intensidad del
entrenamiento de la fuerza (carga de trabajo) tienen una función importante en
la expresión diferencial de los genes de las MCH Tipo I, IIa y IIx de las
miofibrillas individuales.
Brooks (6) halló que el entrenamiento de
alta intensidad y baja velocidad utilizando cargas isocinéticas, estaba
asociado a incrementos en el glucógeno muscular, el fosfato de creatina (CP),
el trifosfato de adenosina (ATP), el difosfato de adenosina (ADP), la
fosforilasa, la fosfofructoquinasa (PFK) y en la actividad de las encimas del
ciclo de Krebs. En contraste los levantamientos realizados con mayores
velocidades no inducían las mismas adaptaciones fisiológicas, en comparación
con los levantamientos más lentos.
Adams y cols. (1) evaluaron los efectos de
19 semanas de entrenamiento de la fuerza da alta intensidad sobre la
composición de cadenas pesadas de miosina (MCH) en los músculos del muslo de 17
hombres saludables (edad=36±2 años; ht=178±1cm; wt=89±3kg). Ocho de los sujetos
realizaron levantamientos concéntricos, cinco realizaron una combinación de
levantamientos concéntricos y excéntricos, y cuatro sirvieron como controles.
Los sujetos realizaron series de 6 a 12 repeticiones de prensa de piernas y de
extensiones de rodillas hasta el agotamiento dos veces por semana. Los
investigadores extrajeron biopsias musculares antes y después del entrenamiento
del músculo vasto lateral derecho. Con el propósito de simplificar el manejo de
los datos crudos, los investigadores combinaron todos los resultados de los
grupos que entrenaron. Después de 19 semanas de entrenamiento, los
investigadores observaron que la composición de fibras MCH tipo IIb de los
sujetos (n=13) descendió desde 19±4% hasta 7±1% y que el porcentaje de fibras
musculares Tipo IIb también descendió desde 18±3% hasta 1±1%. En contraste, las
fibras musculares Tipo IIa se incrementaron desde 47±3% hasta 60±2%. En el
grupo control no se produjeron cambios significativos tanto en el porcentaje de
MCH como en el porcentaje de fibras musculares. Los porcentajes de fibras
musculares Tipo I y la composición de MCH Tipo I, en los grupos que entrenaron,
no cambiaron luego del entrenamiento. Estos investigadores hallaron que el
entrenamiento de la fuerza de alta intensidad realizado por los sujetos alteró
significativamente tanto la composición de la MCH como la expresión genética
del músculo esquelético. Y aún más importante, que las marcadas reducciones en
los porcentajes de las fibras musculares Tipo IIb estaban acopladas a un
incremento concomitante de las fibras musculares Tipo IIa.
Bishop y cols. (5) y Tesch (35),
reportaron que el entrenamiento de la fuerza con altas repeticiones, utilizado
comúnmente por los fisicoculturistas, puede incrementar el volumen del ventrículo
izquierdo y aumentar el número de capilares por fibra muscular, en comparación
con aquellos sujetos que realizan entrenamiento de pesas de estilo olímpico. El
incremento en la densidad capilar en los músculos esqueléticos incrementaría el
“tiempo de tránsito”, mejorando el intercambio de gases y de nutrientes entre
la sangre y las células musculares (Brooks, Fahey, White & Baldwin, 2000)
(6). El alto volumen de entrenamiento de la fuerza también produciría un
incremento en las reservas musculares de mioglobina y la actividad de las
enzimas oxidativas.
Hickson y colaboradores (16) condujeron un
estudio para determinar si el entrenamiento de la fuerza de alta intensidad
podría incrementar la resistencia cardiovascular y la máxima capacidad
aeróbica, y además si los valores obtenidos por los sujetos durante el
ejercicio máximo en cinta o en ciclo ergómetro correlacionaban con el aumento
de la fuerza. Estos investigadores reclutaron a nueve hombres de entre 18 y 27
años de edad (promedio=23 años) para participar en 10 semanas de un programa de
alta intensidad para el fortalecimiento de las piernas, llevado a cabo 5 veces
por semana. El programa de entrenamiento fue diseñado para incrementar la
fuerza del cuadriceps y para determinar si el entrenamiento de la fuerza de
alta intensidad podría incrementar la resistencia cardiovascular y el VO2
máx. Los investigadores también determinaron si las diferencias observadas en
los valores del VO2 máx. durante el ejercicio en ciclo ergómetro y
en la cinta rodante en los mismos sujetos correlacionaba con el incremento en
la fuerza de las piernas. Los sujetos reclutados para este estudio no habían
entrenado en los seis meses previos al estudio, y la mayoría fueron
considerados como atletas recreacionales (i.e., fútbol, basquetbol, etc.). Tres
veces por semana, los sujetos realizaron sentadilla (5 series de 5
repeticiones), extensiones de rodilla (3 series de 5 repeticiones), y flexiones
de rodilla (3 series de 5 repeticiones). Los otros dos días de entrenamiento
los sujetos realizaron los ejercicios de prensa de piernas (3 series de 5
repeticiones) y elevaciones de pantorrillas (3 series de 20 repeticiones). Los
sujetos se recuperaron durante 3 minutos entre cada serie a la vez que un
instructor calificado supervisaba todas las sesiones de entrenamiento. Todos
los ejercicios para el fortalecimiento de las piernas fueron realizados con el
peso máximo que pudiera ser levantado. El peso inicial para los ejercicios fue
establecido al 80 por ciento de una repetición máxima. A medida que el nivel de
fuerza de los sujetos se incrementaba, también se incrementó la carga para
mantener la misma carga relativa requerida para realizar el número de
repeticiones establecido. Luego del entrenamiento, los sujetos incrementaron
significativamente el tiempo hasta el agotamiento en ciclo ergómetro (47%) y en
la cinta rodante (12%) durante el ejercicio al 100 por ciento del VO2
máx. pre-entrenamiento. Después del entrenamiento se observó un pequeño
incremento en el VO2 máx. (4% p<0.05) durante el ejercicio en
ciclo ergómetro (3.40 l/min hasta 3.54l/min). Sin embargo, no hubo cambios
significativos en el VO2 máx. luego de expresar los valores en
términos relativos (ml/kg/min). Las altas cargas empleadas en este programa de
entrenamiento de la fuerza para las piernas no tuvieron efectos sobre el VO2
máx. cuando los sujetos se ejercitaron en la cinta y las diferencias absolutas
entre las dos modalidades de ejercicio fueron las mismas antes y después del
entrenamiento. Las concentraciones de lactato sanguíneo en el ciclo ergómetro
(pre: 11.2mmol/L; post: 10.0mmol/L) y en cinta (pre: 9.3mmol/L; post:
10.3mmol/L) no fueron significativamente diferentes luego del entrenamiento.
El programa intensivo para el
fortalecimiento de las piernas incorporado en el estudio de Hickson (17)
incrementó significativamente la fuerza de las piernas en los tres tests de
fuerza máxima, los cuales incluyeron sentadilla, flexiones de rodilla y
extensiones de rodillas. Luego de tres semanas de entrenamiento de la fuerza, la
fuerza media en sentadilla se incrementó en un 19 por ciento, un 27 por ciento
luego de 6 semanas, y un 38 por ciento luego de 10 semanas. La fuerza en la
flexión de rodillas también se incremento en un 42 por ciento y la fuerza en la
extensión de rodillas se incrementó en un 50 por ciento. Estos investigadores
sugirieron que los incrementos en la fuerza muscular y/o en el tamaño muscular
están positivamente asociados con el incremento en la capacidad de resistencia,
pero no con los incrementos en el VO2 máx. Además, el incremento en
el tiempo hasta el agotamiento durante el ejercicio en ciclo ergómetro fue
cuatro veces mayor en comparación con el tiempo hasta el agotamiento durante el
ejercicio en cinta rodante. Estos investigadores indicaron que con el propósito
de determinar la capacidad de resistencia, debido al entrenamiento de la fuerza
de alta intensidad, los músculos que están directamente involucrados en la
rutina de entrenamiento deben ser también los grupos musculares principales
involucrados en la actividad de la evaluación después del entrenamiento.
Los sujetos que participaron en este
estudio (16) se recuperaron por más tiempo (3 minutos) entre las series de
ejercicios de sobrecarga y realizaron un número restringido de repeticiones (5
repeticiones) por cada ejercicio. En contaste, O’Hara y cols. (25) reclutaron
un pequeño grupo (n=14) de hombres previamente entrenados que mostraron
incrementos significativos en la capacidad aeróbica estimada cuando fueron
evaluados en ciclo ergómetro, luego de 6 y 12 semanas de entrenamiento. Cada
sujeto realizó un alto número de repeticiones (12 a 16) hasta el agotamiento y
se recuperaron durante un período de 1 a 2 minutos entre cada serie.
Schalub y colaboradores hipotetizaron que
los mecanismos fisiológicos que explican los incrementos en el VO2
máx. y en la resistencia aeróbica podrían ser atribuidos a los incrementos en
las concentraciones de ATP y CP en reposo y a la mejora de la capacidad
enzimática para resintetizar las fuentes de energía. La respuesta neuromuscular
al entrenamiento crónico de la fuerza y las posteriores alteraciones en los
patrones de reclutamiento de unidades motoras pueden ser otra explicación
causal de la mejora en la capacidad de resistencia aeróbica de los sujetos.
Hurley y cols. (18), evaluaron los efectos
de 16 semanas de entrenamiento de la fuerza en máquinas Nautilus sobre el VO2
máx. y las respuestas hemodinámicas al ejercicio físico en cinta. También se
midieron las respuestas del VO2 y la frecuencia cardíaca de los
participantes durante una sesión de entrenamiento de la fuerza, con el
propósito de establecer los efectos fisiológicos agudos debidos al
entrenamiento. Dos grupos (entrenamiento [T] y control [C]) de hombres
saludables desentrenados (edad media=44 ±1 años; rango de edad=40-55 años)
realizaron 1 serie de 8-12 repeticiones en 14 ejercicios de sobrecarga. Los
ejercicios fueron, extensiones de cadera y espalda, extensiones de rodillas,
prensa de piernas, curl de bíceps, flexiones de rodilla, press inclinado,
tirones de polea tras nuca, tríceps y bíceps. El grupo control estuvo compuesto
por 10 hombres saludables desentrenados (edad media=52±2 años; rango de edad =
40-64 años). En ambos grupos se evaluaron el VO2 máx., el gasto
cardiaca durante ejercicio submáximo en cinta y la composición corporal, tanto
antes como después de las 16 semanas de entrenamiento. Estos investigadores
hallaron que el VO2 máx. y las respuestas hemodinámicas al ejercicio
submáximo, el porcentaje de grasa corporal y el peso corporal se mantuvieron sin
cambios en ambos grupos. Sin embargo, la masa magra se incrementó
significativamente (66.9±2.6kg vs. 68.8±2.7kg; p<0.05). Aunque estos
investigadores mostraron que el entrenamiento de la fuerza no mejora el VO2
máx., el programa consistió de solamente una serie por ejercicio. Estos
investigadores además excluyeron el entrenamiento de alta intensidad para la
musculatura de las piernas y no incorporaron un programa de entrenamiento
aeróbico. Hurley y colaboradores (18) también atribuyeron la falta de mejora en
el VO2 máx. a la relativamente baja intensidad de entrenamiento (45%
del VO2 máx.) en conjunto con la realización de una sola serie por
ejercicio en la parte de entrenamiento de la fuerza.
Izquierdo y cols. (19) examinaron los
efectos de un programa de entrenamiento de la fuerza de 16 semanas sobre las
concentraciones hormonales, el área de sección transversal del cuadriceps, la
fuerza máxima en media sentadilla, y la máxima carga de trabajo alcanzada
durante ciclismo progresivo y la acumulación de lactato en sangre. Once hombres
de mediana edad (Grupo 1, edad media=46 años) y 11 hombres ancianos (Grupo 2,
edad media=64 años) participaron en este estudio. Ambos grupos participaron en
un entrenamiento de la fuerza supervisado dos veces por semana, realizando dos
ejercicios para los músculos extensores de las piernas (prensa bilateral de
piernas y extensiones de rodilla). Los grupos además realizaron ejercicios
adicionales como press de banca y cuatro a cinco ejercicios para los grupos
musculares principales, tales como press de pecho, tirones en polea y/o press
de hombros para el tren superior, abdominales y/o rotaciones de torso, y
flexiones de rodilla en posición de pie y/o ejercicios para aductores y
abductores. Luego de las primeras ocho semanas de entrenamiento, no se
observaron cambios significativos en ninguno de los parámetros fisiológicos que
incluyeron, concentraciones séricas hormonales, área de sección transversal del
cuadriceps femoral, fuerza máxima en sentadilla, máxima carga alcanzada durante
ciclismo progresivo y acumulación de lactato sanguíneo durante el ciclismo. Sin
embargo, los investigadores observaron que el programa de entrenamiento de la
fuerza provoco incrementos en la resistencia aeróbica máxima y submáxima
durante el ejercicio en ciclo ergómetro luego de las primeras ocho semanas de
entrenamiento.
RESULTADOS
Esta revisión fue escrita para responder
las siguientes preguntas: ¿Cuándo se lo mide en ciclo ergómetro, cinta rodante
o ambos; puede el entrenamiento de la fuerza de alta intensidad junto con la
disminución del volumen de carga aeróbica incrementar el VO2 máximo,
o el VO2 estimado, o ambos?.
Si es así, ¿Cuáles son los mecanismos
periféricos responsables del aumento en la capacidad oxidativa?.
Muchos de los estudios revisados
intentaron discernir la influencia del entrenamiento de la fuerza en la
alteración de la estructura y función de los músculos esqueléticos. Además, los
estudios estuvieron diseñados para identificar si una rutina de entrenamiento
de la fuerza con altas cargas junto con la reducción del volumen de la carga
aeróbica podrían aumentar la capacidad aeróbica. La Tabla 1 resume los 20
estudios y provee los resultados que se obtuvieron incluyendo el protocolo de
entrenamiento empleado, el sexo, las edades de los sujetos y los resultados
sobre la máxima capacidad aeróbica. Luego de una examinación cuidadosa de la
literatura los autores descubrieron que las cargas de entrenamiento de alta
intensidad que implican movimientos de baja velocidad, lo cual provoca que el
sujeto llegue al agotamiento, pueden reducir la activación de las fibras
musculares Tipo IIb (glucolíticas) en el músculo vasto lateral e incrementar el
número de capilares y la actividad de la citrato sintetasa (CS) (13). Por
ejemplo Wang, Hikida, Staron y Simoneau (37) observaron que el entrenamiento de
la fuerza de alta intensidad provoca un reclutamiento de unidades motoras no
utilizadas cuando se realizan actividades de la vida diaria, tales como las
unidades motoras Tipo IIb. En contraste cuando uno participa en un
entrenamiento crónico de la fuerza, las fibras musculares Tipo IIb son
reclutadas y pueden desactivar los genes de las cadenas pesadas de miosina
(MCH) tipo IIb y activar los genes de la MCH tipo IIa.
Tabla 2. Resultados de los diferentes estudios. SN=Número serial del estudio.
La Figura 1 muestra el porcentaje de
cambio en la máxima capacidad aeróbica en base a la modalidad de evaluación
empleada por los investigadores luego de que los participantes realizaran un
programa de entrenamiento de la fuerza, un programa de entrenamiento aeróbico o
un programa combinado de entrenamiento de la fuerza y aeróbico.
Figura 1. Porcentaje de cambio en el VO2 máx. con la realización de los diferentes tipos de ejercicio.
En ciertas actividades físicas el
incremento en el nivel de aptitud aeróbica puede ser atribuido a cambios
periféricos (piernas y muslos) versus los cambios centrales (miocardio). Los
cambios periféricos pueden también estar relacionados con las adaptaciones
neuromusculares, resultando esto en la mejora en los patrones de reclutamiento
muscular. Por ejemplo, la capacidad de un sujeto para reclutar fibras
musculares tipo IIa cuando realiza ciclismo a altas tasas de trabajo, puede
contribuir al aumento en el tiempo hasta el agotamiento, pero a incrementos
mínimos en el VO2 pico. Los efectos acumulativos del entrenamiento
de la fuerza también parecen ser importantes en la conversión de fibras desde
el Tipo IIb al Tipo IIa y en la mejora de la activación de unidades motoras
ubicadas en la musculatura entrenada. Un sistema de ciclos de puentes cruzados
más económicos puede también contribuir a mejorar el rendimiento en resistencia
debido a que las proteínas de los puentes cruzados realizan un ciclo más rápido
permitiéndole al sujeto generar y sostener un determinado nivel de fuerza (6).
La capacidad para mantener el nivel de contracciones musculares concéntricas
puede tener un rol importante en la amplificación del rendimiento en
resistencia, especialmente en actividades tales como carreras en pendiente o
ciclismo de alta intensidad.
El incremento en la actividad de la CS
puede también estar asociado con el entrenamiento intensivo de la fuerza, el
cual puede resultar en adaptaciones locales de la musculatura entrenada (7, 13,
20, 32). Frontera y colaboradores (13) observaron una correlación positiva
entre la actividad de la CS en el vasto lateral y el VO2 máx. de la
pierna, luego de combinar los datos pre y post-entrenamiento (r=0.56, p=0.04).
La capacidad de un sujeto para mejorar el VO2 máx. en el ciclo
ergómetro podría estar asociada con el incremento en los capilares por fibra
muscular, facilitando una mayor utilización de oxígeno. La capacidad del muslo
entrenado para maximizar la oxidación de grasas y ahorrar glucógeno muscular,
debido al incremento en la actividad de las enzimas lipolíticas, puede también
aumentar el tiempo hasta el agotamiento.
Figura 2. Resultados del estudio de Marcinik y cols., 1991.
Marcinik y cols. (23) reportaron que la
realización de un programa de entrenamiento de la fuerza de alta intensidad no produjo
cambios estadísticamente significativos en el peso corporal (BW), el porcentaje
de grasa corporal (BF%) o en la masa magra (FFW), luego de 12 semanas de
entrenamiento, como se muestra en la Figura 2. La rutina de entrenamiento de
los participantes incluyó extensiones de rodilla, flexiones de rodilla,
sentadilla, abdominales con piernas flexionadas, press de banca, flexiones de
caderas, tirones en polea, y curl de bíceps, con 30 segundos de recuperación
entre los ejercicios. Uno podría suponer que el programa de entrenamiento de la
fuerza, el cual requirió que los sujetos completaran tres circuitos de
diferentes ejercicios tres veces por semana, pudo incrementar la FFW y ayudar a
reducir el porcentaje de grasa corporal y por lo tanto incrementar la capacidad
aeróbica de los participantes. Sin embargo, en este estudio el tiempo hasta el
agotamiento durante el ejercicio en ciclo ergómetro se incrementó
significativamente (pre=26.3±5.2min; post=35.1±6.8min) y correlacionó
positivamente con el incremento en el torque pico y con la fuerza de las
piernas en 1RM. Los hallazgos de Marcinik y cols. coinciden con los hallazgos
de Hickson y cols. (16), quienes hipotetizaron que la mejora en el tiempo hasta
el agotamiento durante el ejercicio en ciclo ergómetro podría estar altamente
influenciado por la fuerza de las piernas, posiblemente debido a una mejora en
el reclutamiento de fibras musculares de contracción lenta y a una reducción en
el reclutamiento de fibras musculares de contracción rápida en el cuadriceps entrenado.
DISCUSION
El propósito de esta revisión fue integrar
una variedad de artículos que se enfocan en los efectos de la mejora de la
fuerza de los cuadriceps sobre el máximo consumo de oxígeno o la capacidad
oxidativa estimada y la capacidad de resistencia o ambos, medidos en ciclo
ergómetro o en cinta. Varios investigadores (7, 13, 16, 17) observaron que un
alto volumen junto con un incremento en la carga del entrenamiento de la fuerza
pueden mejorar mínimamente el VO2 máx., pero mejorar significativamente
el rendimiento de resistencia durante el ciclismo o la carrera y el tiempo
hasta el agotamiento durante el ciclismo. Sin embargo, no pudimos hallar ningún
artículo que explicara si la capacidad aeróbica estimada con la realización de
ejercicio en ciclo ergómetro o en cinta se refleja en evaluaciones más
precisas, las cuales utilizan espirometría para medir el VO2 máx.
Pudimos encontrar el resumen de un artículo publicado (31), en donde los
investigadores examinaron los efectos de la reducción de la carga de
entrenamiento aeróbico y el entrenamiento de la fuerza de alta intensidad sobre
la capacidad aeróbica estimada. Los investigadores (31) que realizaron este
estudio tenían un cohorte relativamente pequeño de hombres entrenados (n=14) y
no realizaron ninguna evaluación pre y post-entrenamiento para determinar
cambios en la fuerza absoluta de las piernas, y tampoco realizaron mediciones
del VO2 máx. para hacer comparaciones entre el nivel de aptitud
física máximo y estimado de los sujetos.
Sería prudente la valoración de la fuerza
y el área de sección transversal del cuadriceps cuando se determina el
rendimiento en ciclo ergómetro. De hecho, los músculos vasto medial y vasto
lateral que comprenden el cuadriceps, son los músculos más activados durante el
ciclismo. El promedio de activación pico del vasto medial es del 54 por ciento
y el del cuadriceps femoral es del 50 por ciento. Además, el incremento en la
tasa de trabajo durante el ejercicio en ciclo ergómetro aumenta drásticamente
la activación promedio de los músculos del cuadriceps (35). De este modo,
recomendar que un sujeto participe en un régimen concentrado de entrenamiento
de la fuerza para el cuadriceps podría ser apropiado para incrementar el VO2
pico cuando se lo mide en bicicleta ergométrica. El incremento en la fuerza de
la musculatura del muslo y de la pierna puede ser un constituyente de la mejora
en el rendimiento en ciclismo, de acuerdo con un estudio realizado por Bijker,
de Groot, y Hollander (4). Estos investigadores evaluaron las diferencias de la
actividad muscular de la pierna durante la carrera y el ciclismo y si existían
diferencias en la eficiencia de la actividad delta entre los dos modos de
ejercicio. Once sujetos saludables (7 hombres y 4 mujeres) (edad media 23.7±4
años, talla=1.79±0.10m; peso=69.3±7.9kg) participaron en este estudio. Los
investigadores utilizaron electromiografía (EMG) para determinar la actividad
muscular de forma no invasiva. La EMG se utiliza durante el ejercicio para
medir los incrementos y reducciones en la fuerza muscular. Existen claras
relaciones entre el EMG promedio, el ejercicio concéntrico y el gasto
energético. Por lo tanto, la actividad EMG media puede ser un método preciso
para determinar posibles diferencias en la actividad de los músculos de las
piernas durante el ciclismo y la carrera. Se colocaron electrodos superficiales
en tres músculos de la pierna (gastronecmio [cabeza lateral], vasto lateral y
bíceps femoral) con una distancia interelectrodo de al menos dos centímetros.
Los investigadores observaron que durante la carrera, los músculos vasto
lateral y bíceps femoral no mostraron relación alguna entre la actividad EMG
promedio y el incremento de la producción externa de potencia mecánica. El
costo metabólico de las contracciones musculares concéntricas fue mucho mayor
que el de las acciones musculares excéntricas. Los resultados de este estudio
respaldan la idea de que las acciones musculares concéntricas son mucho más
predominantes durante el ciclismo en comparación con la carrera. En la carrera,
solamente el coeficiente de correlación para el músculo gastronecmio fue
diferente de cero. La eficiencia promedio durante la carrera fue del 42 por
ciento, lo cual fue significativamente mayor que en el ciclismo donde la
eficiencia promedio fue del 25 por ciento.
La mayor eficiencia durante la carrera se
relaciona a las acciones musculares. Por ejemplo durante la carrera en
pendientes poco inclinadas, predominan las acciones musculares excéntricas. Sin
embargo, cuando se corre en pendientes mucho más inclinadas, las que predominan
son las acciones musculares concéntricas. La mayor eficiencia durante la
carrera se relaciona al estiramiento activo inducido durante el contacto de pie
en el piso, lo cual permite la acumulación de energía elástica que puede ser
reutilizada durante la fase de empuje (concéntrica) de la carrera. En contraste
cuando se intenta correr por una superficie muy inclinada, el trabajo producido
por la musculatura de la pierna para vencer la fuerza externa (inclinación) se
disipa y la energía elástica acumulada en los músculos activos se pierde.
Durante el ciclismo las acciones musculares son principalmente concéntricas y
no varían (4).
Bishop y cols. (5) evaluaron los efectos
de 12 semanas de entrenamiento de la fuerza sobre el rendimiento aeróbico en un
grupo de ciclistas entrenados de entre 18 y 42 años de edad. Los 21 ciclistas
fueron asignados aleatoriamente a un grupo que entrenó la fuerza (RT; n=14) o a
un grupo control (C; n=7). El grupo RT realizó tres series de sentadilla (serie
1: 15 repeticiones al 50% de 1RM; serie 2: 8 repeticiones al 70% de 1RM; serie
3: 5 repeticiones al 80% de 1RM) hasta el fallo, dos veces por semana. Entre
cada serie de ejercicios la pausa fue de 3 minutos. Los investigadores
reportaron que las 12 semanas de entrenamiento de la fuerza de alta intensidad
y bajas repeticiones incrementaron considerablemente la fuerza en sentadilla en
un 35.9% en el grupo RT y 3.7% en el grupo C. La mejora en la fuerza en
sentadilla luego de 6 semanas fue también mayor en el grupo RT que en el grupo
C. En ninguno de los grupos se hallaron cambios significativos en el VO2
pico (ml/kg O2/min y L/kg O2/min), el umbral de lactato y
en los tipos de fibras musculares (i.e., cambios en el diámetro de las fibras
musculares tipo I o II). Estos investigadores sugirieron que el volumen total
de entrenamiento de la fuerza y no necesariamente la mejora en la fuerza de las
piernas, es más importante para incrementar el tiempo hasta el agotamiento
durante el ciclismo y para alterar las características de las fibras
musculares. En base a estos hallazgos los autores sugirieron que la mejora no
significativa en el VO2 pico podría deberse a la falta de
especificidad en los movimientos debido que el programa estuvo restringido a un
solo ejercicio (sentadilla). El incremento en la fuerza de piernas en la
sentadilla se debió a la realización de un solo ejercicio para el entrenamiento
de la fuerza de las piernas y por lo tanto no se transfirió al rendimiento de
resistencia en el ciclismo.
A diferencia de Bishop y cols., Hickson y
cols. (5,17) observaron incrementos significativos en la fuerza de piernas
(1RM), en el tiempo hasta el agotamiento durante el ciclismo, y un pequeño
incremento en el VO2 máx. luego de completar 10 semanas de entrenamiento
de la fuerza de alta intensidad y bajo volumen. Sin embargo, a diferencia de
Bishop y cols. (5) Hickson y cols. (17) incluyeron múltiples ejercicios para el
entrenamiento de las piernas. Por ejemplo, los sujetos del estudio de Hickson
(16) tuvieron que completar tres series de cinco repeticiones de extensiones de
rodilla, prensa de piernas, sentadilla y elevaciones de pantorrilla con la
mayor cantidad de peso que fuera posible.
Hickson y cols. (16), también observaron
que el entrenamiento de la fuerza de alta intensidad para la musculatura de la
pierna ayudo a incrementar la resistencia aeróbica de corta duración (4 a 8
minutos) durante el ciclismo e incremento el tiempo hasta el agotamiento
durante el ciclismo al 80 por ciento del VO2 máx. desde 71 a 85
minutos. Los sujetos que participaron en este estudio realizaron cinco series
de cinco repeticiones en los ejercicios de extensiones de rodilla, sentadilla,
flexiones de rodilla y elevaciones del pantorrilla. La incorporación de
ejercicios para las piernas con movimientos multiarticulares pudo haber
transferido la fuerza al rendimiento en el ciclismo. De hecho, estos
investigadores (16) observaron que los ocho sujetos mejoraron su capacidad para
pedalear o correr hasta el agotamiento luego de las 10 semanas de entrenamiento
concentrado de las piernas.
Sale (26) escribió una revisión acerca de
los efectos del entrenamiento de al fuerza sobre las adaptaciones neurales.
Sale reportó que el entrenamiento de la fuerza puede aumentar los cambios en el
sistema nervioso, lo cual le permite una mayor activación de los músculos
agonistas principales reclutados para un patrón de movimiento específico. Los
músculos agonistas principales son también capaces de activar los músculos los
músculos sinergistas y antagonistas, produciendo por lo tanto una mayor fuerza
neta en la dirección del movimiento. El entrenamiento de la fuerza mejora la
función del sistema nervioso para activar completamente un grupo muscular en
particular, para generar una cantidad de fuerza dada. La capacidad de un sujeto
para activar una gran área de sección transversal de un músculo podría ser una
adaptación importante en la mejora del rendimiento durante una cicloergometría
submáxima y máxima. En base a varios estudios electromiográficos (EMG), Sale
(26) también reportó que el rol relativo de la variación en las tasas de
disparo de las unidades motoras y del reclutamiento de fibras musculares pueden
afectar la facilidad con la que un grupo muscular puede ser activado
completamente. Por ejemplo, cuando se comparan los músculos pequeños de la mano
con los grandes músculos de las piernas (soleo, tibial anterior y el extensor
corto de los dedos), los sujetos desentrenados no experimentan dificultades
para reclutar todas las unidades motoras de la mano con solo el 50 por ciento
de la contracción voluntaria máxima (MVC). En contraste los sujetos no
entrenados en fuerza tendrán dificultades, tanto para reclutar como para
mantener tasas óptimas de disparo en las unidades motoras de alto umbral de
ciertos músculos de las piernas (soleo, tibial anterior y extensor largo de los
dedos). Además, los sujetos no entrenados en fuerza pueden también experimentar
problemas para mantener la activación de las unidades motoras de alto umbral
durante una MVC sostenida. El cambio en las tasas de disparo de las unidades
motoras, puede también permitir que las unidades motoras de alto umbral se
disparen continuamente por mayores períodos de tiempo antes de disparar
intermitentemente o cesar la actividad.
Hagerman (14) evaluó los efectos de 16
semanas de entrenamiento de la fuerza de alta intensidad (85-90% de 1RM) para
las piernas sobre el VO2 pico, la densidad capilar, la fuerza de
piernas en 1RM y los lípidos sanguíneos. Dos grupos de ancianos físicamente
activos participaron dos veces por semana en un programa de entrenamiento de la
fuerza. Tanto el grupo que entrenó la fuerza (RT) (n=12; edad=63.7±5.0 años)
como el grupo no entrenado (UT) (n=10; edad=66.2±6.5 años) presentaban algún
tipo de anormalidad cardiovascular. Un médico examino este grupo de sujetos y
los definió como aptos para participar en un programa de entrenamiento de la
fuerza de alta intensidad. Aunque los sujetos eran físicamente activos, ninguno
había participado en un programa de entrenamiento de la fuerza. Las personas
ancianas que participan en un programa de entrenamiento de la fuerza pueden no
solo tolerar cargas equivalentes de trabajo en comparación con sujetos jóvenes,
sino que también exhiben cambios musculares comparables a los de los sujetos jóvenes.
El grupo RT en este estudio realizó una entrada en calor seguida por una serie
de 10 repeticiones al 50 por ciento de 1RM. Luego de la entrada en calor se
realizaron tres series de 6 a 8 repeticiones al 85-90 por ciento de 1RM en los
siguientes ejercicios: media sentadilla, prensa de piernas, y extensiones de
rodillas. Entre cada serie se realizó una pausa de dos minutos. El programa de
entrenamiento de la fuerza de 16 semanas incrementó significativamente el
porcentaje de fibras musculares Tipo II, la fuerza en 1RM se incrementó desde
el pre hasta el post-entrenamiento en el ejercicio de extensiones de rodillas
(50.5%), en la media sentadilla (83.5%) y en la prensa de piernas (72.3%). La
densidad capilar se mantuvo sin cambios, y tanto el VO2 pico como la
capacidad de trabajo mejoraron significativamente en el grupo RT. Sin embargo,
la masa y el volumen cardíaco de los sujetos se mantuvieron sin cambios, tanto
en el grupo RT como en el grupo UT. Estos resultados parecen sugerir que este
grupo de hombres entrenados en fuerza no tuvo ninguna adaptación central
remarcable, pero si bastantes adaptaciones periféricas en la musculatura de la
pierna. Luego del entrenamiento de la fuerza se observó un incremento en el
número de capilares por fibra muscular, pero el 19% de incremento en la
capilarización, en el grupo RT, no fue significativo. En base a estos
hallazgos, los autores sugirieron que el programa de entrenamiento de la fuerza
de alta intensidad actúa como un estimulo aeróbico, el cual contribuyó a la
mejora en el VO2 pico en el grupo RT compuesto por ancianos
físicamente activos. Este resultado coincide con los reportados por varios
otros investigadores (5, 7, 15), quienes mostraron resultados comparables en
sujetos de edad similar luego de haber participado en un programa de
entrenamiento de la fuerza de alta intensidad para las piernas.
CONCLUSIONES
Nuestra revisión indica que la medición
del VO2 máx., el tiempo hasta el agotamiento y el tipo de programa
de actividad física empleado puede influenciar la capacidad de resistencia
durante el ejercicio en bicicleta ergométrica, en cinta rodante o en ambos. Por
ejemplo, el entrenamiento de la fuerza de muy alta intensidad (80% de 1RM)
puede inducir cambios en las isoformas de las cadenas de miosina pesada (MHC)
desde el tipo IIb (glucolíticas) al tipo IIa (glucolíticas-oxidativas) en la
pierna entrenada. Sin embargo, el mecanismo fisiológico preciso atribuido a
este incremento en la capacidad aeróbica, aun no tiene respuesta en la
literatura.
Cuando el VO2 máx. es estimado
utilizando bicicleta ergómetrica, las adaptaciones periféricas pueden impactar
favorablemente la estimación del nivel de aptitud aeróbica. Estas adaptaciones
periféricas pueden atribuirse al entrenamiento de la fuerza de alta intensidad
y alto volumen (3 series de 12 a 16 repeticiones realizadas hasta el
agotamiento) y a la reducción del volumen de carga aeróbica. Un grupo de
investigadores (31) reportó que el aumento en la comodidad durante el ciclismo
(resultado del incremento en la fuerza de las piernas) podría reducir la
respuesta de la frecuencia cardíaca durante la evaluación submáxima en
bicicleta ergométrica. Los mismos investigadores afirmaron que los mecanismos
responsables de este cambio pueden estar asociados con el área de sección
transversal de la musculatura entrenada. Si se incrementa el tejido muscular
oxidativo y no oxidativo, incluso en el mismo porcentaje de la masa muscular
original, entonces cualquier tasa de trabajo representará un menor porcentaje
de la capacidad máxima del músculo para completar, tanto el trabajo aeróbico
como el anaeróbico. Por lo tanto, la carga de trabajo se percibirá como menos
estresante, provocando en consecuencia una reducción en la frecuencia cardíaca
y permitiéndole al sujeto ejercitares durante un período más prolongado sin
fatigarse. Sin embargo, estos investigadores (31) no realizaron una evaluación
de la fuerza máxima de las piernas para respaldar su hipótesis propuesta (31).
No obstante, este fue el único estudio que identificamos que intentó determinar
los efectos de la reducción de la carga aeróbica y del incremento de la carga
en el entrenamiento de la fuerza sobre el VO2 máx. estimado en
bicicleta ergométrica.
La estimación del VO2 máx. en
cinta rodante o bicicleta ergométrica o en ambos ¿Será afectada por el
entrenamiento de la fuerza de alta intensidad para las piernas y la reducción
de la carga aeróbica? Esta pregunta sigue sin hallar respuesta en la
literatura. La mayoría de los estudios que encontramos solo examinaron si y
como el entrenamiento de la fuerza de alta intensidad y alto volumen afectaba
el VO2 máx., el tiempo hasta el agotamiento y la resistencia
aeróbica. Nosotros suponemos, en base a nuestra extensiva búsqueda en el
literatura, que se requiere de investigaciones adicionales para determinar si
la estimación de la capacidad aeróbica en bicicleta ergométrica, cinta o en
ambos, se refleja con evaluaciones más precisas (espirometría indirecta) para
medir el VO2 máx. En el futuro lo investigadores deberían también
enfocar sus esfuerzos en determinar los efectos de diversos protocolos de
entrenamiento físico sobre los test máximos y submáximos para la estimación del
VO2 máx., que son administrados en ciclo ergómetro o en cinta.
Aunque el entrenamiento aeróbico debería, teóricamente, aumentar la capacidad
aeróbica de los sujetos, ciertos sujetos podrían beneficiarse de realizar un
entrenamiento de la fuerza de alta intensidad y reducir la carga aeróbica.
Una pregunta adicional que debería ser
tenida en cuenta en futuros estudios, se relaciona con los test para la
estimación de la capacidad aeróbica. ¿Podría el entrenamiento de la fuerza de
alta intensidad y de alto volumen incrementar la capacidad aeróbica estimada,
cuando la estimación se realiza en un ciclo ergómetro? Si es así, ¿Podría el
valor del VO2 máx. obtenido en el ciclo ergómetro ser influenciado
de la misma manera que el valor estimado?; ¿Los tests estimativos y los tests
máximos, o ambos, miden las adaptaciones centrales o las adaptaciones
periféricas en la masa muscular entrenada?. Estos investigadores hipotetizaron
que ciertos protocolos de entrenamiento físico con énfasis en el entrenamiento
de la fuerza de alta intensidad y la reducción de la carga aeróbica, pueden
ejercer una fuerte influencia sobre las respuestas de la frecuencia cardíaca
durante ejercicios submáximos en ciertos tipos de evaluaciones (i.e.,
protocolos en ciclo ergómetro o en cinta con inclinación). La menor frecuencia
cardíaca a cargas conocidas de trabajo puede estar positivamente correlacionada
con el incremento en la fuerza y en la masa de la musculatura de las piernas en
lugar de con la aptitud cardiovascular (mecanismos centrales). Sin embargo, en
evaluación máxima este efecto, utilizando el mismo modo de
evaluación–ejercicio, podría ser insignificante. Por lo tanto, están
garantizadas futuras investigaciones en esta área.
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